"New SensationCapítulo 37-Ni por todo el chocolate del mundo
-Pero haber, gilipollas-Recibí un pellizco, Karen no quería que
insultase a su “Dios”-Ha venido mi amiga de España, no la voy a dejar
por irme contigo…
Joan salió del coche, me guiñó un ojo, será asqueroso, y se puso al lado de Karen.
-Joan se queda con ella-Eric se quitó sexy las gafas de sol, miró a Karen y la sonrió, su arma letal ella sonreía más que el gato de Alicia en el país de las maravillas, y no pudo contener un chillido, Eric se asustó un poco, yo me reí disimuladamente.
-Bueno, que yo me voy-Hizo rugir el motor, era como un León marcando territorio, se colocó de nuevo las gafas en su perfecta cara, y puso las manos al volante.
-¡Que te esperes!-Di la vuelta al coche y abrí la puerta que daba al asiento del copiloto, por dentro era de cuero negro, estaba limpio y reluciente, olía a nuevo, es increíble, como le han comprado semejante coche a un niñato caprichoso de dieciocho años, cuando con el dinero invertido, se podían comprar veinte pisos, sin exagerar, es penoso.
Tome asiento, seria, me puse el cinturón y crucé los brazos, en cuanto cerré la puerta Eric salió escopetado, miré atrás, allí estaba Karen riendo con Joan, me daba pena dejarla…
Íbamos a 30 kilómetros por hora por una carretera bastante nueva, bordeábamos la playa, no cruzamos palabras en el camino, ¿Dónde me iba a llevar?, eso no era lo que más me importaba en esos momentos.
-Porqué lo has hecho-Apoyé mi codo en la ventanilla, posé la cara en la mano y miré el fugaz paisaje.
-¿El qué?-No sé donde estaría mirando Eric, supongo que a la carretera, ya me estaba cabreando, sabía perfectamente a que me refería, se estaba haciendo el loco, aparté la mirada y mire a algo mejor, Eric, puse cara de póker.
-¿El qué? Que le has pedido a la directora que me quede en el reformatorio, y lo que no me explico es porque, Emilio, ¿Por qué?-Eric estaba quieto, conduciendo con cautela, no apartaba la mirada de la tediosa carretera, ya había algunos baches, pero para semejante cochazo no eran nada, hubo una silenciosa pausa.
-Es para que me obedezcas, a la mínima que no me hagas caso, te mando para España chata-Le miré con asco, el seguía serio mientras conducía, es raro que no haya sacado su sonrisilla…Eso quería decir… ¡¿Qué lo decía en serio?!
-Eric, para eso haberme dejado ir ¡Eres imbécil! ¡Ahora mismo quiero que hables con la puta directora y le digas que me quiero ir! ¡Yo qué coño te he hecho para que me hagas esto!-La manecilla subió, íbamos por una carretera que subía la montaña, a 100 km por hora.-Si me mantienes aquí para que sea tu esclava, ¡Sácame! Sácame de tu vida, soluciónala, hazlo más fácil para los dos ¡Hazlo más fácil Eric!-Su cara cogía una expresión de mosqueo, 150 km por hora- Y ahora que, ¿¡Qué?! Ahora te tengo que perdonar y dejarme que me vuelvas a joder de nuevo, así siempre, la historia interminable ¡Pero estoy harta! Me importa un mierda seguir aquí, si tengo que permanecer bajo tu chantaje, quiero marcharme, dejar de sufrir, corta esto Eric ¡Por lo sano, déjame en paz!- 200 km por hora- Salgamos cada uno de la vida del otro-Pisó el acelerador a fondo, íbamos a la velocidad de la luz, estaba asustada, Eric cabreado-¡ERIC, PARA, ERIC POR DIOS!-Me agarré al manillar y chillaba con desesperación, paró en seco, no saltaron los air-baggs de milagro, me quité el cinturón temblando y salí nerviosa del coche, me puse de cuclillas en el suelo, intentando tranquilizarme, Eric salió furioso.
-¡Pero eres un hijo de puta! ¡Podríamos haber muerto!-Estaba angustiada, me faltaba el aire, no había pasado tanto miedo en mi vida, Eric se apoyó sensualmente en el coche, yo seguía, allí, en medio de la carretera, aguantando las lagrimas, sentada sin dar crédito a lo que acababa de pasar.
-¿No te has parado a pensar que a lo mejor yo no quiero que salgas de mi vida?-Levanté la mirada… ¿Eric? No podía creer que Eric, el mismísimo Emilio Eric… Me levanté del suelo, y me acerqué a él lentamente.
No quería que yo saliese de su vida, no lo quería, no. Que en mi cara se dibujo una sonrisa sin querer, el miedo había desaparecido por completo en mi, una fuente de alegrías se construyó en mi ser, mis manos temblaban, pero esta vez de la emoción.
-Sólo quiero que entiendas que a tu lado soy mejor persona-Eric me miraba, sus ojos parecían tristes, me apetecía mirarle, y que viera que estaba feliz, feliz por lo que decía de mi, feliz por poder pasar estos momentos a su lado, los momentos que de verdad me gustaban, los que no cambiaba ni por todo el chocolate del mundo-Yo creí que nací para arder como el papel de fumar, pero tú me enseñaste, que valgo más, que ser humilde sienta mejor que una ronda de los mejores chupitos.
Apreté un cacho de piel con mis uñas, no creía, en serio ¿Me estaba pasando? ¿A mí? Eric me estaba abriendo, algo que creía que no tenia, el corazón.
-Móntate en el coche, y calladita-Eric corrió y se adentro en el deportivo, yo, que parecía que iba fumada, que me había chutado felicidad, entré como un espíritu.
Conducía, a una velocidad normal, yo le miraba, el lo sabía, pero no apartaba la vista de la carretera, de repente me entró la risa, y empecé a carcajear sin parar, Eric intentaba aguantarse, y ponía caras raras, me hacían gracias y me reí mas, que escandalosa era, el se empezó a mofar también, íbamos los dos que no podíamos ni hablar de la risa, yo empecé a llorar, Eric tuvo que parar el coche, puso el freno de mano y se abalanzó sobre el volante, que risa, si es que no podíamos parar, ¿Qué nos pasaba?
-Si es que no te puedes poner serio Eric, no te pega-Seguía colorada, llorando y muriéndome de la risa, Eric me alegraba la vista con sus preciosas carcajadas.
-Lo sé, no sé ni que he dicho, no sé que de papel de cigarro ¿A que si?-Se tocó su musculosa tripa, echo la cabeza hacia atrás y siguió a carcajada limpia.
Por fin paramos, parecía que estábamos dándole a los porros.
-¿En serio que no quieres que salga de tu vida?-Me puse seria, y a la vez ñoña y cursi, puse carita de contenta.
-No, suelto adrenalina al pelearme contigo, no es por otra cosa ¡eeh!
-Sí sí, ya…¿Cuánto has tardado en inventarte eso?
-Cállate imbécil.
-Cállate tú gilipollas-Eric subió la música a tope para no escucharme, yo me tapé los oídos, me taladraba la cabeza, pero este chico es tonto, giré la ruedecita gris del volumen.
-Haber, ¿Para qué me has hecho subir al coche? ¿Para dar un “paseo” por el campo?-Estábamos ya por el barrio, veía su casa, su impresionante mansión.
-A sido Dudu, quiere verte, yo a ti no voy a recogerte en coche sin razón, eres insoportable.
-Ni yo me hubiera subido a tu coche porque sí.
-Pero si te has subido, tonta-Me guiñó un ojo, me puse mala, que bueno esta.
-Pues me voy-Me desabroché el cinturón y tire para atrás de la puerta, Eric me agarró de la camiseta, perdí el equilibrio y caí sobre su regazo, le miré en silencio, intentando que no se notaba que cuando mi piel estaba en contacto con la suya me moría de vergüenza, puso su mano en mis piernas, yo quería apartársela…Bueno, en realidad no.
-Ya hemos avisado al reformatorio de lo de esta noche.
-¿Esta noche qué?-Eric se acercó a mí, me susurró.
-Te quedas a dormir conmigo.
Joan salió del coche, me guiñó un ojo, será asqueroso, y se puso al lado de Karen.
-Joan se queda con ella-Eric se quitó sexy las gafas de sol, miró a Karen y la sonrió, su arma letal ella sonreía más que el gato de Alicia en el país de las maravillas, y no pudo contener un chillido, Eric se asustó un poco, yo me reí disimuladamente.
-Bueno, que yo me voy-Hizo rugir el motor, era como un León marcando territorio, se colocó de nuevo las gafas en su perfecta cara, y puso las manos al volante.
-¡Que te esperes!-Di la vuelta al coche y abrí la puerta que daba al asiento del copiloto, por dentro era de cuero negro, estaba limpio y reluciente, olía a nuevo, es increíble, como le han comprado semejante coche a un niñato caprichoso de dieciocho años, cuando con el dinero invertido, se podían comprar veinte pisos, sin exagerar, es penoso.
Tome asiento, seria, me puse el cinturón y crucé los brazos, en cuanto cerré la puerta Eric salió escopetado, miré atrás, allí estaba Karen riendo con Joan, me daba pena dejarla…
Íbamos a 30 kilómetros por hora por una carretera bastante nueva, bordeábamos la playa, no cruzamos palabras en el camino, ¿Dónde me iba a llevar?, eso no era lo que más me importaba en esos momentos.
-Porqué lo has hecho-Apoyé mi codo en la ventanilla, posé la cara en la mano y miré el fugaz paisaje.
-¿El qué?-No sé donde estaría mirando Eric, supongo que a la carretera, ya me estaba cabreando, sabía perfectamente a que me refería, se estaba haciendo el loco, aparté la mirada y mire a algo mejor, Eric, puse cara de póker.
-¿El qué? Que le has pedido a la directora que me quede en el reformatorio, y lo que no me explico es porque, Emilio, ¿Por qué?-Eric estaba quieto, conduciendo con cautela, no apartaba la mirada de la tediosa carretera, ya había algunos baches, pero para semejante cochazo no eran nada, hubo una silenciosa pausa.
-Es para que me obedezcas, a la mínima que no me hagas caso, te mando para España chata-Le miré con asco, el seguía serio mientras conducía, es raro que no haya sacado su sonrisilla…Eso quería decir… ¡¿Qué lo decía en serio?!
-Eric, para eso haberme dejado ir ¡Eres imbécil! ¡Ahora mismo quiero que hables con la puta directora y le digas que me quiero ir! ¡Yo qué coño te he hecho para que me hagas esto!-La manecilla subió, íbamos por una carretera que subía la montaña, a 100 km por hora.-Si me mantienes aquí para que sea tu esclava, ¡Sácame! Sácame de tu vida, soluciónala, hazlo más fácil para los dos ¡Hazlo más fácil Eric!-Su cara cogía una expresión de mosqueo, 150 km por hora- Y ahora que, ¿¡Qué?! Ahora te tengo que perdonar y dejarme que me vuelvas a joder de nuevo, así siempre, la historia interminable ¡Pero estoy harta! Me importa un mierda seguir aquí, si tengo que permanecer bajo tu chantaje, quiero marcharme, dejar de sufrir, corta esto Eric ¡Por lo sano, déjame en paz!- 200 km por hora- Salgamos cada uno de la vida del otro-Pisó el acelerador a fondo, íbamos a la velocidad de la luz, estaba asustada, Eric cabreado-¡ERIC, PARA, ERIC POR DIOS!-Me agarré al manillar y chillaba con desesperación, paró en seco, no saltaron los air-baggs de milagro, me quité el cinturón temblando y salí nerviosa del coche, me puse de cuclillas en el suelo, intentando tranquilizarme, Eric salió furioso.
-¡Pero eres un hijo de puta! ¡Podríamos haber muerto!-Estaba angustiada, me faltaba el aire, no había pasado tanto miedo en mi vida, Eric se apoyó sensualmente en el coche, yo seguía, allí, en medio de la carretera, aguantando las lagrimas, sentada sin dar crédito a lo que acababa de pasar.
-¿No te has parado a pensar que a lo mejor yo no quiero que salgas de mi vida?-Levanté la mirada… ¿Eric? No podía creer que Eric, el mismísimo Emilio Eric… Me levanté del suelo, y me acerqué a él lentamente.
No quería que yo saliese de su vida, no lo quería, no. Que en mi cara se dibujo una sonrisa sin querer, el miedo había desaparecido por completo en mi, una fuente de alegrías se construyó en mi ser, mis manos temblaban, pero esta vez de la emoción.
-Sólo quiero que entiendas que a tu lado soy mejor persona-Eric me miraba, sus ojos parecían tristes, me apetecía mirarle, y que viera que estaba feliz, feliz por lo que decía de mi, feliz por poder pasar estos momentos a su lado, los momentos que de verdad me gustaban, los que no cambiaba ni por todo el chocolate del mundo-Yo creí que nací para arder como el papel de fumar, pero tú me enseñaste, que valgo más, que ser humilde sienta mejor que una ronda de los mejores chupitos.
Apreté un cacho de piel con mis uñas, no creía, en serio ¿Me estaba pasando? ¿A mí? Eric me estaba abriendo, algo que creía que no tenia, el corazón.
-Móntate en el coche, y calladita-Eric corrió y se adentro en el deportivo, yo, que parecía que iba fumada, que me había chutado felicidad, entré como un espíritu.
Conducía, a una velocidad normal, yo le miraba, el lo sabía, pero no apartaba la vista de la carretera, de repente me entró la risa, y empecé a carcajear sin parar, Eric intentaba aguantarse, y ponía caras raras, me hacían gracias y me reí mas, que escandalosa era, el se empezó a mofar también, íbamos los dos que no podíamos ni hablar de la risa, yo empecé a llorar, Eric tuvo que parar el coche, puso el freno de mano y se abalanzó sobre el volante, que risa, si es que no podíamos parar, ¿Qué nos pasaba?
-Si es que no te puedes poner serio Eric, no te pega-Seguía colorada, llorando y muriéndome de la risa, Eric me alegraba la vista con sus preciosas carcajadas.
-Lo sé, no sé ni que he dicho, no sé que de papel de cigarro ¿A que si?-Se tocó su musculosa tripa, echo la cabeza hacia atrás y siguió a carcajada limpia.
Por fin paramos, parecía que estábamos dándole a los porros.
-¿En serio que no quieres que salga de tu vida?-Me puse seria, y a la vez ñoña y cursi, puse carita de contenta.
-No, suelto adrenalina al pelearme contigo, no es por otra cosa ¡eeh!
-Sí sí, ya…¿Cuánto has tardado en inventarte eso?
-Cállate imbécil.
-Cállate tú gilipollas-Eric subió la música a tope para no escucharme, yo me tapé los oídos, me taladraba la cabeza, pero este chico es tonto, giré la ruedecita gris del volumen.
-Haber, ¿Para qué me has hecho subir al coche? ¿Para dar un “paseo” por el campo?-Estábamos ya por el barrio, veía su casa, su impresionante mansión.
-Ni yo me hubiera subido a tu coche porque sí.
-Pero si te has subido, tonta-Me guiñó un ojo, me puse mala, que bueno esta.
-Pues me voy-Me desabroché el cinturón y tire para atrás de la puerta, Eric me agarró de la camiseta, perdí el equilibrio y caí sobre su regazo, le miré en silencio, intentando que no se notaba que cuando mi piel estaba en contacto con la suya me moría de vergüenza, puso su mano en mis piernas, yo quería apartársela…Bueno, en realidad no.
-Ya hemos avisado al reformatorio de lo de esta noche.
-¿Esta noche qué?-Eric se acercó a mí, me susurró.
-Te quedas a dormir conmigo.
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