"New Sensation" Capítulo 55-Momentos.
Hay momentos que marcan tu vida para siempre, se quedan en el recuerdo como las cicatrices de las mas profundar heridas en la piel, momentos realmente importantes o instantes sin sentido, momentos que, quieras o no, nunca se separaran de ti, iniciando o finalizando etapas de tu vida, sean las más felices o las más duras quizás.Poniendo claros ejemplos, la tranquilidad te inunda, tus ojos yacen cerrados y te encuentras encogido, tu cuerpo carece de ropa y estas sumergido en la más placentera y caliente agua, de repente todo se tambalea, el agua se extingue en segundos, ves la necesidad de salir de allí, por muy cómodo que estés, empujas, alguien empuja por ti, oyes gritos, muchos gritos, de dolor, un dolor inmenso, por fin puedes escabullirte y sacas la cabeza, algo extraño te agarra y tira de ti, se escuchan los últimos dolorosos alaridos y ya está, estás fuera, sí, acabas de nacer.
Eso es algo de lo que nosotros mismos somos incapaces de recordar, pero nuestros padres lo recuerdan con claridad, siendo para ellos el más bonito día de sus medianas vidas, y por ello, para ti también
El día en el que mis padres me dieron la vida.
Desde ahí, empecé a caminar, peleé con mi hermano por usar mi cocinita de juguete como fuerte de guerra para sus soldaditos, las vacaciones en Gandía, donde probé por primera vez la arena de la playa, la entrada al colegio, la primera vez que logré hacer la voltereta sin ayuda, mi vieja y asquerosa profesora que me castigaba sin recreo por no hacer los deberes, las escapadas de fin de semana al pueblo con mi familia, los pasteles de arándonos y fruta rojas que compraba mi madre, las bromas pesadas por parte de mi padre que a mi tanto me molestaban, las infinitas veces que cogía cosas de mi hermano Guille sin permiso, mi primer amor, Carlos, con el que me di una especie de beso raro, jugar con Karen y terminar pegándonos de broma, los frigopie que compraba en el Kiosco de la señora Marina, donde siempre me regalaban un chicle, las longevas siestas después de las excursiones escolares…
Sí, son momentos que recuerdo y recordaré siempre, algunos más importantes que otros, pero todos forman parte de mí, por eso son especiales. ¿Qué por qué os cuento todo esto que no os importa una mierda? Por el momento que estaba viviendo, porque allí seguía yo, notando el frio en mis pies, aunque no me importaba, a la luz de la luna, cosa que me daba igual, debajo del inmenso e imponente Cristo Redentor de Rio de Janeiro, y lo siento, pero seguía siendo indiferente para mí, lo que más atención recibía en esos momentos por mi parte era Emilio Eric Paulo Skoldberg Surita, su cuerpo rozaba el mío, seguía mirándome con esos ojos color miel, llenos de vida y alegría, misteriosos, perfectos e inigualables, pero lo más impactante es que se clavaban en mi, sus manos posaban en mi cintura tranquilas, eran masculinas y morenas, las embellecían mas de lo que estaban unas pulseras de cuero color marrón, yo le acogía rodeándole por el cuello, seguía temblando, y no podía evitar que se me escapara una sonrisa despistada de vez en cuando, era demasiado feliz para ocultarlas, el viento soplaba con más fuerza, Eric movía sus manos frotando mi espalda para que la sensación de frio no fuera tan horrible, yo notaba como su pelo se movía acariciando mi mano, era suave como la seda, de el color marrón más bonito que haya podido ver jamás en mi vida, me apoyé en sus pectorales, ya había evadido su mirada, y pude sonreír tranquila, si, mis labios hace escasos segundos se habían juntado con los suyos, una fusión única, exótica, perspicaz, placentera, sexy, la verdad, si queréis saberlo exactamente tendríais que besar a Eric Surita, porque nada es comparable con la suavidad, el tacto, la comodidad y placer que producen sus carnosos labios, como en la mitad del beso sonreía, y he descubierto y estoy completamente segura de que no hay mejor sabor que la sonrisa de otra persona en tu boca, a ratos jugaba, mordía mi labio inferior divertido, con sus ojitos cerrados, yo miraba de reojo sin abrir demasiado el parpado y veía su angelical y masculino rostro mientras me besaba, quizá allá cosas más bonitas en el mundo… ¡Que digo! No, no las hay, él es lo más bonito existente.
Noté como se apartaba con suavidad de mí, yo miré a mi alrededor, nadie estaba allí por suerte, di un paso hacia atrás, le volví a mirar, con su camiseta negra marcando abdominales, ya no sentía tanta vergüenza al hacerlo.
-Bueno…-Rasqué con la punta de mi sandalia el tobillo izquierdo, si era una sensación incomoda, nos mirábamos sin saber que decir, el, tan extrovertido como siempre, me miraba mientras sonreía, no le daba vergüenza, era tan echado para adelante-¿No vas a decir nada?
-Bueno-Se apoyó en la barandilla, se marcaron los músculos del brazo en exceso, mi hombre, Dios, mi hombre-Sí. –Estaba intrigada por lo que Eric iba a decir-que se te ve el sujetador.
Me subí la camiseta ocultando la tira del sujetador, crucé los brazos y choqué las pulseras de plata de ambas manos, puse cara de mala ostia y le miré, Eric sonrió y siguió hablando.
-¿Como es el cierre? El del sujetador ¿Por delante o por atrás? Lo digo porque los de delante se me da mal desabrocharlos, ósea que lo tendrás que hacer tú cuando lo hagamos en la cama, o donde sea-Abrí los ojos y adelante la cabeza mirándole más fijamente, me quedé anonadada y quería tirarle una piedra o algo parecido, el se tuvo que sentar de la risa en el frio suelo de piedra, me acerqué a él y le cogí de la camiseta, el se levantó y volvió a cogerme de la cintura, tiraba besos al aire y me miraba sonriente, intentaba detectar alguna mínima imperfección en su rostro, pero fue imposible.
-No seas guarro Eric, que te vas a llevar una ostia
-Pero una ostia donde ¿eeh?-Bajó la mirada hacia abajo.
-En la cara imbecil-Intenté levantar la mano, pero la tenia paralizada entre las suyas, se reía y observaba mi rostro enfadado.
-Pero si me has besado, ¿Ahora quieres pegarme? Uy que mala-Seguía removiéndome intentando escapar, pero como sus musculosos brazos mostraban, era algo casi imposible.
-Yo no te he besado ¡Tú me has besado!
-Mentira, mira que eres mentirosa ¿eeh?
-Verdad, ¡imbécil!-Pegaba patadas al aire, porque era incapaz de darle a él en aquella posición.
Escuchamos barulló, y paramos, estábamos desconcertados porque no sabíamos de donde venia el ruido, Eric alzó la cabeza y miró hacia las barandillas de más arriba, ahí asomaban la cabeza Dudu, Winona, la madre y el padre de Eric, Joan, Igor, y otros dos que tenían pinta de turistas, genial…
Dudu empezó a dar palmadas, los demás les siguieron, Winona casi lloraba de la emoción, nos envolvieron en un caluroso aplauso, yo tapé mi cara vergonzosa y sonreí, Eric también enseñó sus deslumbrantes dientes mientras me agarraba de la cintura, Anne se emocionó y grito a los cuatro vientos.
-Viva la pareja más bonita de todo Rio-Eric y yo nos estremecimos, nos volvimos a separar incómodos, nos miramos perplejos.
Entonces…-Puse un mechón de pelo que me molestaba detrás de la oreja-¿Somos...? Eso, ya sabes…
-¿El qué Dakotita?-A Eric le encantaba verme nerviosa y avergonzada-¿Novios?-Me miró con los ojos más abiertos y sonriendo vacilante.
-Sí…-Le miré, y luego miré al suelo
-Pues…
No hay comentarios:
Publicar un comentario