"New Sensation" Capítulo 63-Un último trabajo.
-¿Qué?
-Disculpa, te he confundido… - Taconeé hasta la puerta con una mano en el pecho, me palpitaba, me ardía también, aquél veinteañero me recordó a Eric de espaldas, normalmente estas confusiones no me suceden, pero Karen hizo que crecieran las dudas en mi:
“-¡DAKOTA, ESPERA! ¡TE GUSTARÁ! ¡PODRAS VOLVER A…”
¿Volver a qué? ¿A verle? Es algo imposible, e ingenuo, no podía estar aquí ¿Qué se le ha perdido? Tiene un programa que presentar, una casa y una novia, esta forrado y da verdadero asco.
Karen salió del callejón, se volvió a acercar a mí, pero rehuí, rehuí del pasado, ella era mi pasado, ahora estoy en mi presente, intentando tener un pasable futuro, aunque sea como stripper de club de carretera oscuro y cochambroso.
Caminar sin cesar era lo único que me importaba en esos momentos, la policía llegó, al igual que la escandalosa ambulancia, pero yo ya estaba lejos del club, el viento soplaba con fuerza y mis tacones arrastraban desgastados por el suelo, lo único que iluminaba aquella calle era la luz de la luna y ni un alma se paseaba a esas horas de la madrugada por allí, solo yo y mis pensamientos, el peor de los castigos, creerme.
Mi madre siempre dijo que era una niña de pocas palabras, algo borde y testaruda, especial, incrédula, infantil y con una chispa de rebelde, también me juro y perjuro por la decimo octava estrella del cielo, que todo me iria bien, que nunca dejaría que me separara de su lado, y que el mas bueno de los hombres que pisara la tierra por aquellos tiempos, seria para mi, que nunca me faltaría de nada, y que si seguía firme a mis reglas, todo sería perfecto.
Y ahora solo te puedo decir, bravo mamá, bravo, deberías verme en estos instantes, quien te diría a decir esto de tu borde y testaruda niña…
Prometió que nunca me dejaría ir… Rasgo esa promesa como al papel.
Escuché pasos, alterados, eran muy seguidos y rápidos, pero cansados, podía deducir vagamente que de una persona con sobrepeso se trataba.
-¡DAKOTA!
Arrugué los parpados, no veía nada, estaba tan sumamente oscuro…
Saqué el teléfono móvil (Si es que así podríamos llamar al ladrillo que poseía) y lo desbloqueé, desprendió una suave luz que me hizo reconocer el rostro de mi rechoncho jefe, sudado, y bueno, con una cara de mala hostia difícil de explicar.
-Pero, PERO… ¿¡ A TI QUE TE PASA?! –Di un respingo hacia atrás, su aliento a alcohol me asqueaba, tapé mi nariz con la mano.
-Que me pasa de qué.-Dije insultante
-TE MATO ¿¡DE QUÉ?! HAS HERIDO A UN CLIENTE, LA POLICIA ESTA REGISTRANDO EL LOCAL, ¡NOS VAN A PILLAR LA DROGA!
En ese momento no pude aguantar las lagrimas, ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué mundo estaba viviendo? ¡Mis padres me quieren! ¡Mi familia me necesita! Yo les necesito…
-Tengo que irme a mi casa… Por favor.
-¡PUES CLARO QUE TE VAS! –Exclamo sarcástico-Estas más que despedida, ¡ESTÁS EN LA PUTA CALLE!
Agaché la cabeza y mis destartalados rizos de tenacillas ocultaron mi dolido rostro, mientras el jefe seguía apuñalándome con sus crueles palabras.
-ESO ME PASA POR CONTRATAR NIÑATAS- Esta última palabra la dijo más lento, para que doliera más.
-Por favor… Déjame irme ya.- Las pestañas postizas se deslizaban por las reales, quedándose colgadas por un fino hilo de pegamento mal puesto ¿Qué era? ¿Una barbie?
Qué coño estaba haciendo… Mi vida ya no era mía, sino de un club de stripper.
Me alejé ¿Qué por donde iba? Ni idea, sin rumbo tal vez, pero nunca más a ese estúpido lug…
-Espérate-El gordo y animal jefe se acercó, era tan repugnante
-Déjame ir.
-¿Quieres 3000 euros?
Pero esto que era, ¿Un anuncio de Cofidis? Me mordí el labio de abajo, era más de lo que ganaba en un mes, crucé los brazos y pregunté el porqué de esa cifra.
-Un caballero ha pedido tus servicios.
-Que servicios, ¿Me ves con pinta de diseñar baños?
-Que graciosa- Si, graciosísima, lo sé, al menos no huelo a mierda. – ¿Aceptas?
-No soy ninguna puta.
-Solo quiere que bailes-Se apoyó en la pared del cansancio.
-Está bien, vamos.
-Disculpa, te he confundido… - Taconeé hasta la puerta con una mano en el pecho, me palpitaba, me ardía también, aquél veinteañero me recordó a Eric de espaldas, normalmente estas confusiones no me suceden, pero Karen hizo que crecieran las dudas en mi:
“-¡DAKOTA, ESPERA! ¡TE GUSTARÁ! ¡PODRAS VOLVER A…”
¿Volver a qué? ¿A verle? Es algo imposible, e ingenuo, no podía estar aquí ¿Qué se le ha perdido? Tiene un programa que presentar, una casa y una novia, esta forrado y da verdadero asco.
Karen salió del callejón, se volvió a acercar a mí, pero rehuí, rehuí del pasado, ella era mi pasado, ahora estoy en mi presente, intentando tener un pasable futuro, aunque sea como stripper de club de carretera oscuro y cochambroso.
Caminar sin cesar era lo único que me importaba en esos momentos, la policía llegó, al igual que la escandalosa ambulancia, pero yo ya estaba lejos del club, el viento soplaba con fuerza y mis tacones arrastraban desgastados por el suelo, lo único que iluminaba aquella calle era la luz de la luna y ni un alma se paseaba a esas horas de la madrugada por allí, solo yo y mis pensamientos, el peor de los castigos, creerme.
Mi madre siempre dijo que era una niña de pocas palabras, algo borde y testaruda, especial, incrédula, infantil y con una chispa de rebelde, también me juro y perjuro por la decimo octava estrella del cielo, que todo me iria bien, que nunca dejaría que me separara de su lado, y que el mas bueno de los hombres que pisara la tierra por aquellos tiempos, seria para mi, que nunca me faltaría de nada, y que si seguía firme a mis reglas, todo sería perfecto.
Y ahora solo te puedo decir, bravo mamá, bravo, deberías verme en estos instantes, quien te diría a decir esto de tu borde y testaruda niña…
Prometió que nunca me dejaría ir… Rasgo esa promesa como al papel.
Escuché pasos, alterados, eran muy seguidos y rápidos, pero cansados, podía deducir vagamente que de una persona con sobrepeso se trataba.
-¡DAKOTA!
Arrugué los parpados, no veía nada, estaba tan sumamente oscuro…
Saqué el teléfono móvil (Si es que así podríamos llamar al ladrillo que poseía) y lo desbloqueé, desprendió una suave luz que me hizo reconocer el rostro de mi rechoncho jefe, sudado, y bueno, con una cara de mala hostia difícil de explicar.
-Pero, PERO… ¿¡ A TI QUE TE PASA?! –Di un respingo hacia atrás, su aliento a alcohol me asqueaba, tapé mi nariz con la mano.
-Que me pasa de qué.-Dije insultante
-TE MATO ¿¡DE QUÉ?! HAS HERIDO A UN CLIENTE, LA POLICIA ESTA REGISTRANDO EL LOCAL, ¡NOS VAN A PILLAR LA DROGA!
En ese momento no pude aguantar las lagrimas, ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué mundo estaba viviendo? ¡Mis padres me quieren! ¡Mi familia me necesita! Yo les necesito…
-Tengo que irme a mi casa… Por favor.
-¡PUES CLARO QUE TE VAS! –Exclamo sarcástico-Estas más que despedida, ¡ESTÁS EN LA PUTA CALLE!
Agaché la cabeza y mis destartalados rizos de tenacillas ocultaron mi dolido rostro, mientras el jefe seguía apuñalándome con sus crueles palabras.
-ESO ME PASA POR CONTRATAR NIÑATAS- Esta última palabra la dijo más lento, para que doliera más.
-Por favor… Déjame irme ya.- Las pestañas postizas se deslizaban por las reales, quedándose colgadas por un fino hilo de pegamento mal puesto ¿Qué era? ¿Una barbie?
Qué coño estaba haciendo… Mi vida ya no era mía, sino de un club de stripper.
Me alejé ¿Qué por donde iba? Ni idea, sin rumbo tal vez, pero nunca más a ese estúpido lug…
-Espérate-El gordo y animal jefe se acercó, era tan repugnante
-Déjame ir.
-¿Quieres 3000 euros?
Pero esto que era, ¿Un anuncio de Cofidis? Me mordí el labio de abajo, era más de lo que ganaba en un mes, crucé los brazos y pregunté el porqué de esa cifra.
-Un caballero ha pedido tus servicios.
-Que servicios, ¿Me ves con pinta de diseñar baños?
-Que graciosa- Si, graciosísima, lo sé, al menos no huelo a mierda. – ¿Aceptas?
-No soy ninguna puta.
-Solo quiere que bailes-Se apoyó en la pared del cansancio.
-Está bien, vamos.
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