jueves, 13 de septiembre de 2012

"New Sensation" Capítulo 54- ¡ODIO!

-¡Yo no subo! ¡Es que más claro no te lo digo, guapo!-Me crucé de brazos y me senté en medio del asfalto, así, porque me apetecía, para que hubiera venido un coche en aquel momento.
-Eric, cógela-Ordenó Dudu bastante serio.
Parecía que a Eric le divertía la idea de cogerme y hacerme de rabiar, así que se acercó a mí ,agarrando mis desnudas piernas por las pantorrillas, y depositando su mano en mi espalda, me subió, es raro, que la persona a la que mas adoras del planeta te tenga en sus brazos, y tu, impotente, no puedas darle un beso, de esos que se recuerdan para toda la eternidad, de esos que por pequeños que sean, marcan grandes sentimientos en ti, dejando una fuerte huella en el corazón.
-¿Vas bien?-Sus ojos brillaban, más que dos luceros, su boca se movía con absoluta perfección dejando sonar cada palabra que salía de ella como sinfonías de violín.
-Sí…-Apreté mas mis brazos, rodeando su cuello con más fuerza, el sonrió, lo que daría yo, por ser una simple vena, arteria, célula de su increíble persona, me apretó las piernas, yo subía el culo hacia arriba molesta, el siguió divertido, aunque sea de la manera más estúpida posible, que su piel estuviera en contacto con la mía era mágico, irrepetible, podría decir que hasta irreal; perfecto.
-Eric, ¡para!
-¿Te molesta?-Preguntó subiendo un poco el labio, mientras dejaba lucir sus dientes en una media sonrisa mortal.
-Sí
-Entonces, con más razón-Empezó a apretar mis muslos con las dos manos, yo me quejaba, chillaba, le insultaba, el reía, Dudu se hartó, yo no sé porque no nos había soltado un guantazo a cada uno.
-La madre que os pario ¡Entrar al taxi!-Nos señaló un vehículo amarillo con rayas negras, el letrero de “taxi” se iluminaba en el techo, Eric me soltó suave, tenía las marcas de sus manos, ojala y pudieran quedar en mi para siempre.
-Menos mal, por poco Dakota me pega la rabia-Se mordió la lengua mientras guiñaba un ojo.
-Y tú que ¡So’ piojoso!-Porque Dudu me tenia agarrada y hacia fuerza en contra de mi voluntad para meterme en el coche, sino el guantazo se lo habría llevado.
Dudu apretó mis piernas para que postrara mi culo en el asiento, agarró el cinturón de seguridad y lo pasó por mi costado, abrochándolo después, Eric se sentó en el asiento de al lado, parecía que no le hacía mucha gracia que su hermano nos estuviera obligando a ir a el Cristo Redentor, miraba su camiseta distraído, me tenía muy cabreada, así que opté ir todo el viaje mirando por la ventanilla, ajena a quienes estaban dentro del vehículo.
-Ao Cristo Redentor, faz favor-Añadió el pequeño de los Surita sentándose en el asiento copiloto.
-Hoje está esvaziou todo isso senhor-El conductor pronuncio en Brasileño, dijo algo como que estaba muy vacía la estatua.
Arrancamos, la ciudad se veía iluminada, cuanto más subíamos, más hermosa, el cerró del Corcovado se encontraba en lo alto de Rio de Janeiro, el Cristo Redentor abría sus brazos, protegiendo a todos sus habitantes y siendo así una de las mejores esculturas creadas jamás.


Me reflejaba en la ventanilla, las luces me deslumbraba fugazmente y éramos el único coche que subía a dicho lugar, tardamos poco, ya que el taxista cogía velocidades de hasta 170 kilómetros hora.
-Já chegamos, serão 15-El taxista abrió su mano para recibir el dinero, Dudu lo depositó y nos mandó salir del coche.
Hacia frio, yo llevaba una sudadera de los Celtics en blanca con tonos negros y algo me abrigaba, allí estaba, enorme, más impresionante que en las fotos, el Cristo Redentor, daba tortícolis mirarlo entero, y también había una barandilla, si te asomabas por ella, veías absolutamente toda la iluminada ciudad de Rio, yo estaba exhausta, sorprendida, Dudu me empujo con suavidad hacia ella, a unos metros de mi, algo alejado, colocó a Eric, nos extrañaba, el viento soplaba pero era agradable.
-Esta es la idea-Escuchamos inquietos-Dice la leyenda…
-Ya va a empezar a decir mamonadas el niño este-Interrumpió Eric.
-Cállate, coño-Se cabreó- Dice la leyenda que el Cristo Redentor sana todo, vosotros tenéis una enfermedad, aunque todavía no lo sepáis, así que esto es lo que vais a hacer, vais a gritar a toda la ciudad de Rio-expandió la mano para mostrarnos como se veía de bonita-todo lo que os odiáis el uno al otro, pero no os miréis, solo gritarlo, con fuerza, hacerlo-Dudu bajó veloz las escaleras y desapareció, quedamos en silencio, solo se escuchaba el retumbar del viento con los papeles del suelo.
-Esto es una gilipollez-Eric se movió, andaba en dirección de las escaleras para salir de allí
-¡ODIO CUANDO ME INSULTA SIN MOTIVO!-Todo volvió a quedarse en silencio, Eric recapacitó y retrocedió al lugar de partida.
-¡YO ODIO CUANDO SE METE EN MI VIDA!-Añadió a gritos. Silencio de nuevo.
-¡ODIO, CON MUCHA FUERZA, CUANDO ME DEJA EN RIDICULO!
-¡ODIO QUE ME META EN LIOS!
-¡Odio cuando me hace creer que me quiere, y luego me deja por los suelos!-Baje el tono de voz, me acerqué un poco más a él.
-¡Odio cuando se queda en ropa interior y luego se hace la vergonzosa!-También se aproximo, mirando a el infinito.
-¡Odio, y mucho, que me abrace, me diga cosas bonitas, y luego no signifique nada para él!
-¡Yo odio muchas cosas de ella!, pero me encanta la forma en la que me cuida, cuando sabe que ha hecho algo mal-Tuve que sonreír, el corazón empezaba a avisarme de que Eric Surita era el único ocupante en el, latía, latía con fuerza, como nunca.
-¡No le soporto! Pero amo con todas mis fuerzas su sonrisa, y como es en realidad, tierno, amable, en definitiva, Eric Surita-El respiraba fuerte, yo iba a romper a llorar, la emoción podía conmigo.
-No es perfecta, pero sus defectos me vuelven loco, creo que cuando su pelo me roza soy otro ser, puede parecer agresiva, algo pasota, pero gracias a ella, aprendí a ser mejor persona-Se acercó más, ya le sentía más aproximado a mí, no podía mirarle, sentía demasiada vergüenza, pero el amor estaba tocando e invadiendo cada parte de mi cuerpo.
-Es irritante, creído, un sin vergüenza, ligón, su físico es impresionante, ¿Su cara? La de un ángel, pero ¿Sabes qué? Yo estoy enamorada de él, de su manera de fumar, de su sonrisa especial, de su mirada perdida, de cómo se remueve entre las sabanas, de el calor de su cuerpo, de la suavidad de su pelo, de su actitud, de su ego, de su manera de morder, de su estilo al caminar, podrás darme a alguien perfecto, pero yo siempre te diré “No, yo quiero un Eric Surita” porque podré estar el resto de mi vida sin él, pero ya ha se cogido hueco en mi corazón, se quedara para siempre, por muy lejos que esté, siempre recordaré el olor de su colonia, el brillar de sus ojos, y en la persona que me ha convertido… Es único, es Eric Surita, mi Eric Surita.

Una lágrima calló al frio mármol, el Cristo Redentor seguía con los brazos abiertos tras nuestra, Eric se encontraba a mi lado, prácticamente rozándome, se acercó a mí y susurro despacio en mi oído.
-Ayer me miré a el espejo, y dije “Desde hoy quiero ser feliz”-me cogió la mano e hizo que nuestras miradas se cruzaran- Y tú me vas a ayudar-Agarró mi cintura y me acercó a él, hay me di cuenta, de que el chico de el sueño, ese que repito cada noche, el de el lago, era Eric, por fin podía verle claramente.
-Sigues siendo imbécil.
-Lo mismo digo-Añadió cogiendo mi mano y depositándola en su cintura-Cierra los ojos.
-Po… ¿Por qué?-Estaba nerviosa, y a la vez tremenda e irremediablemente feliz.
-Porque las cosas más bonitas, son las que menos se ven.
-Si vas a besarme, hazlo rápido, antes de que me despierte.
Me cogió como a una pequeña pluma, sus manos era el más cómodo asiento en esos momentos, lloraba de la felicidad, mientras lo hacía, Eric me besaba, y sí, era incluso mejor que como lo imaginaba, ¿Lo importante? Era con él, con lo más bonito que ha podido pasarme en la vida, con lo que, sin duda, quería permanecer todos los putos días de mi vida. 

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