"New Sensation" Capítulo 66-Adiós mi vida.
Saqué la cajetilla mojada del sujetador, me dejó el pecho húmedo, pero eso supongo que en aquellos momentos daba igual.Busqué un mechero entre las apretadas tiras que marcaban mis hombros, pero fue en vano, no encontraba aquel encendedor por ningún lado, toqué la arena, la removí, buscando, pero solo conseguí llenarme las uñas de tierra playera, asqueroso.
Una perfecta mano masculina me ofreció un pequeño clipper color azul, algo desgastado.
Allí seguía.
Eric.
Le observé, dolida, seguía siendo tan perfecto, igual que siempre, maldito hijo de puta, ¿Por qué dejo que se quede a mi lado? ¿Por qué? Me ha hecho daño.
¿La respuesta? Es el jodido amor de mi vida.
Encendí el cigarro, le di la primera calada, esa que mata tus mayores sueños.
-Veo que has hecho amigos-Añadió, con esa voz, increíble, me mataba.
Expulsé el humo.
-No todo el que ríe contigo es tu amigo-miré al suelo y volví a absorber del mortífero filtro.
Se movió sutilmente y deslizo su mirada al mar, la brisa acariciaba su cara, y le hacía sentir más libre.
-Has cambiado, muchísimo-No me digné a mirarle.
-Todos lo hacemos.
-Pero no de esta forma.-Di una gran calada, noté como se difundía el humo por mis pulmones, dañándolos, y salía de nuevo como aire de verano, lento, bochornoso, en fin, solo era humo.
Hubo un silencio, notaba que su mirada se clavaba en mí, yo aún seguía con su chaqueta por encima, me tapé más y me encogí en forma de huevito, creo que aún no podía creer que lo tenía al lado, a mi hombre.
-Te he echado de menos.
-Bonita canción-Apagué el cigarrillo apretándolo contra la arena.
-Dakota, que es verdad.
Me levanté indignada, me miró desde abajo, me derretí, pero en aquellos momentos la furia era mucho más fuerte.
-¿De verdad?, ¿¡DE VERDAD?!- Grité- Eres un mentiroso de mierda.
Se levantó, poniéndose delante de mí, me cortó el paso y agarró mis manos para que no le pudiera soltar un puñetazo como muchas otras veces lo intenté.
-No eres la única que has sufrido.
Abrí los ojos en exceso, en señal de indignación, intenté morderle la mano, el se reía, ¿Pero yo? Ni puta gracia.
-¿Qué tú has sufrido?-Pregunté con angustia-Mírame.
Me aparte un poco de él para que pudiera verme mejor, estiré mis brazos y dejé que me observara con detalle.
Era un stripper, de pacotilla, barata, con una vida de mierda, solo vestía un conjunto interior y una chaqueta de hombre por encima, tenía la cara algo demacrada por la poca cocaína que había consumido en aquellos años, triste, con dolor, se veía el sufrimiento en mis pupilas y el paso de mis lagrimas lo marcaba el rímel corrido.
Cerré los ojos y aguante el llanto, nunca más lloraré por él.
Buen chiste.
Se estremeció, mirándome con ímpetu continuas veces, su mirada era triste, se sentía culpable, lo notaba, y bien hacia, el tenia toda la culpa, en absoluto.
Suspiré y me di la vuelta, debía irme, tenía que irme aunque no fuera lo que deseara en esos momentos, pero no hay persona más terca que Eric en este mundo, así que sentí que sus ardientes manos agarraban mi cintura, y con un pequeño empuje me acercaban hacia él.
-¿En serio?-Preguntó, le sentí sonreír, ya que su aliento chocó sutilmente con mi cuello, poniéndome el vello en punta-Deberías dejar que me expliqué
-Ya no tengo 16 años-le aparté y me di la vuelta, mirándole, observando que bien le habían sentado los años que habían pasado, al contrario que a mí, obviamente-Explicarme… ¿El qué? Que cuando tuvimos el accidente de coche y viste que estaba en coma pasaste de mí, que te importó una puta mierda mi estado de salud, que lo único que hiciste fue sustituirme por la primera rubia guarra que viste por la calle ¿Qué yo te hice cambiar? Yo y cuantas más Eric, ¡Cuantas!-Arrimé ambos pies para calentarlos-No tienes perdón, todos me decían que conmigo no eras como con las demás, supongo que todo era una farsa, ni siquiera te importo…Ni si quiera eso.
Pero lo peor de todo, es que te quiero.
-…
-Ahora sería un buen momento para que dijeras algo-Añadí enfadada.
-Te dije que no te enamoraras de mí.
Puse en blanco mis ojos y di una patada a la arena, volví a sacar un cigarro, ya no podía más con esta situación, era denigrante, incomoda y dura, muy dura de llevar.
Volví a tomar el mechero y a la luz de la llama, prendí aquel cigarro, el que mata poco a poco, ¡anda!, como Eric.
-¿Por qué fumas?-Me preguntó, indeciso, bastante molesto por lo que acababa de decirle.
-Necesito otra droga para alejarme de ti.
-¿Dakota?-Me llamó confusa ya que no veía bien de lejos, levanté la mano con la que sujetaba el cigarro, Eric la miró.- ¿Qué haces aquí?-Preguntó con esa desagradable voz de pito.
-Nada, conversas con…-Miré por un momento a Eric, el puso ojos de cachorrillo-Un viejo amigo.
Cristina se mordió el labio inferior con sensualidad, colocó su falda de una forma muy femenina y empezó a jugar con el pelo, yo aspiré el humo y entrecerré los ojos, será imbécil, pero a estas alturas de la vida me daba igual.
-Me tienes que presentar a tu amigo, cariño.-Eric subió las cejas, parecía que mucho no le atraía, y con lo directo que es no tardaría en soltárselo.
-Eric, Cristina, Cristina Eric-Hice un juego de manos señalando a ambos mientras pronunciaba sus respectivos nombres-Yo tengo su pasado, tu puedes tener su futuro.
Me alejé de allí, y Eric apartando a Cris, me siguió.
-Espérate-Se cabreó-¿Quieres que salga de tu vida?
-Ya faltaste los tres años más duros de ella, no te preocupaste por mí, te echaste novia, presentaste un programa. ¿Qué pasa te ha dejado y ahora vuel…
-¡QUE SI QUIERES QUE ME VAYA!-Nervioso, estaba muy nervioso.
-Sería lo mejor para los dos, no tenías ni que haber venido, solo me haces más daño, estás adelantando mi muerte.
-Está bien, me iré, pero espera.
Aceleró el paso, salió de la espesa arena adentrándose en la oscuridad de calle, mi cigarro se había consumido, así que lo arrojé a la arena con parsimonia, en realidad le necesitaba tanto, pero puedo perdonar hasta ciertas cosas, aunque claro está que por el daría la vida, pero… La confusión inundaba mi cabeza, litros y litros de “Quizá” y “Porque” me hacían pensar, y llegar a conclusiones absurdas que podrían hacerse realidad rara vez, ¡DIOS!, deje de martirizarme, por suerte, Eric volvió a aparecer de entre las tinieblas, esta vez, con un maletín negro de cuero.
Estiró el brazo, se marcaba el musculo, había ido al gimnasio, mucho.
Cogí el maletín, abrazándolo con mis brazos.
Tonteando un poco con los pies y la arena, y envuelto en dolor, pudo decir unas palabras, que se notaba que salían de lo más hondo de su corazón.
-Adiós, mi vida.-Agarró mi cintura y beso mi frente apretando mucho tanto los labios como los ojos, noté como algo me mojaba ¿Chispeaba, quizá? No…No… Dios mío.
Una lagrima de Eric Surita, la primera lágrima que caía de sus ojos, al menos delante de mí ser.
Se apartó de mi y se fue por donde vino, me caí al suelo, y sin soltar el maletín, llore desconsoladamente, pero me dio tiempo a susurrar algo al viento.
-¿Adiós? Adiós no, tú vives en mi.
El siguiente yaaaaaaaaaaaaaaaa!
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