martes, 12 de febrero de 2013

Dakota Fight.


NS

"New Sensation" Capítulo 76-No te conozco, pero te quiero.



Dakota despierta entre sabanas de seda, mira su cuarto y suspira, lleva su melena negra enredada y un pijama excesivamente infantil para sus dieciséis años recién cumplidos, se despereza junto a los gritos de su madre, que, nerviosa, saca ropa para que pueda vestirse.
-Mamá, hoy es sábado-dice la joven, aún confusa por su anterior sueño. 
Suspira y se deja caer de nuevo encima del colchón, da unos pequeños botes debidos a los muelles y cierra los ojos pensativa.
-Genial, otra vez igual, es tu padre que me confunde, el imbécil-la madre observa a su pequeña durante un instante-¿Te pasa algo?-Se acerca y se sienta al lado de sus pies, depositando sus dulces manos en las piernas de la chica.
-Sí-se remueve entre las sabanas-solo he tenido un sueño un poco raro, no te preocupes, pero, me ha gustado.
Su madre no aparta la mirada de sus ojos, se fascina con las bonitas facciones que ha obtenido de su padre
-Y ¿De qué trataba el sueño?
-Pues no sé, era raro, con un chico, un lago, muy extraño todo, pero a la vez bonito-La mujer, que andaría por unos esplendidos 37 años se estremeció, y le prestó más atención a su hija que minutos antes, volvió a clavarle la mirada, pero esta vez con los ojos vidriosos-Además he sentido algo raro, algo que nunca antes había sentido, como, como…
-¿Una nueva sensación?-Interrumpió a su pequeña adolescente medio sonriendo, mirando hacía el techo, parecía que estaba recordando algo que la hacía feliz.
-Sí. Y como dice papá, las cosas suenan mejor en inglés.
-New Sensation
Ambas rieron a carcajadas, parecían felices, se abrazaron como si fueran amigas, la relación de complicidad era impresionante entre madre e hija. Aunque Dakota volvió a cambiar su expresión, volvió a quedarse pensativa, preocupada inútilmente por un sueño que seguramente no significase nada. 
-Ay, cielo, vale ya-su madre la reincorporó, y la abrazó, acariciando su pelo azabache, la muchacha resopló, agobiada, aunque los besos de su madre la tranquilizaron enormemente. 
-Que significará… Ni si quiera reconocía al chico-Volvió a resoplar de nuevo, su madre pasó los brazos por debajo de su pecho, arrugando su camiseta de gatitos.
-A mí me pasó exactamente lo mismo, Dakota-Añadió ella, inmejorable.
-¿En serio?-Su hija la miró asombrada, girando su cabeza interesada, observando a su progenitora-¿Y qué pasó? 
Ella sonrió, mientras, Dakota, la observaba ansiosa por saber su relato. La historia de su mamá.
-Ese sueño dio comienzo a una nueva era en mi vida, desde aquello, la vida me cambió por completo-No podía apartar la mirada de la colcha mientras hablaba, su hija la sostenía la mano-Viaje lejos, muy lejos, obligada, ahí creía que mi vida iba a ser una mierda, no estaba con mi familia, ni con mis amigos, pero entre todo lo oscuro, siempre aparece una luz, esa pequeña esperanza que te empuja hacía adelante y que sujeta tu cara para no dejarte mirar hacía atrás, pero al igual que todo en esta vida, se acaba, desapareció, desaparecimos los dos, y caí empicada, como si me hubieran tirado desde un helicóptero al vació, sin nada más que mis carnes y sentimientos rotos, con poco que dar y menos para recibir.
Dakota parecía confusa, su madre contaba una historia terrible, ella, tenía miedo de que le sucediera lo mismo.
-Y que más-Cruzó las piernas sin soltar en ningún momento la mano de su progenitora.
-Todo lo que es mala vida, lo último que una madre querría que fuera su hija, lo más miserable de la sociedad, eso era yo, lo pasé francamente mal, no encontraba la salida por ningún sitio, por mucho que la buscase, solo sabía esconderme detrás del maquillaje y bailar, mostrar lo que yo no era, vivir como nadie desearía, pero como siempre, en esta historia hay un "pero" que lo cambia todo, volvió a aparecer, no como lo soñé, con muchas cosas sin resolver, pero igual que me dio mil razones para llorar, me dio mil y una para sonreír.
Dakota esbozó una sonrisa sincera, apoyó su cabeza despeinada en el hombro de su madre, parecía una calcomonia.
-Y luego me llevó a un lago, y claro, ahí pues hubo tema. 
-!Mamá, que los detalles sobran!-Dijo la muchacha con cara de desesperación, al contrario que su madre, que reía como nunca.
Hubo un momento de silencio, ambas miraban a un punto en concreto que no significaba nada, estaban pensativas y la conversación que acababan de mantener marcaría para siempre.
-Y mamá, todo eso...
-¿Todo eso qué?
-¿ Mereció la pena?
De repente alguien irrumpió en la habitación, un hombre de unos cuarenta años, terriblemente atractivo, con una delicada barba que le daba un toque masculino, sí, él. Emilio Eric Surita entró con un infante en los brazos, el pequeño estaba soñoliento y agarraba la cara de Eric con delicadeza, evitando así que los parpados volvieran a cerrarse, él, feliz, le apretaba suavemente contra su musculoso torso, acariciaba su suave pelito, y de vez en cuando, le daba un beso para espabilarse cariñosamente. Su peso parecía el de una pluma en aquellos brazos, los que movía suavemente haciendo así que su pequeño hijo no volviera a caer en un profundo sueño.
-Pues claro, Dakota, claro que mereció la pena.
Y sí, creéis bien, esa fue la conversación que tuve con mi hija, allí la tenía, indefensa y asustada, y ahí estaba yo, para darle consejos, esos que mi madre siempre me ofreció sin nada a cambio, abrazarla era especial, sentía que era una parte de mí, mi pequeña princesa, y parece que fue ayer cuando nació, cuando Eric me tenia sujeta la mano y me decía "Tranquila, todo va a salir bien", recuerdos, únicos. 
Y luego vino Eduardo, Dudu, como su tío, hace dos años nació mi pequeño rey, y ahora despierta en los brazos de su padre, en los brazos del amor de mi vida.
Me levanté, y dejando a mi pequeña pensativa en la cama, cogí a Dudu con cuidado, el me abrazó con sus diminutos bracitos y emitió unos gemiditos desperezadores.
Eric me besó, y le sonreí, le sonreí como si fuera la primera vez que lo hubiera visto.
-No sé si seré tan fuerte como tú, mamá-Añadió Dakota, aún envuelta entre las sabanas y con una espectacular cara de indiferencia.
-Llevas el nombre de tu madre, eres hija de Dakota Fight, eso ya te hace ser fuerte, mi niña, vas a superar todo lo que te venga encima- Y eso dijo mi hombre, el de mis sueños, Eric, e hizo que mi princesa esbozara una sonrisa, enseñándonos su perfecta dentadura. Se levantó de un salto y le abrazó, el la cogió en volandas haciéndola de rabiar, ella le pegaba divertida obligandole a bajarla, interrumpí.
-Bueno, ¿Quién se viene al parque de atracciones?
Todos empezaron a chillar y gritar "¡Yo!" con todas sus fuerzas, Eric bajo a los niños a desayunar, y me dejó un rato a solas en la habitación de Dakota.
En su escritorio encontré una gorra de los Bulls que la regalé, recordé mi adolescencia, y sonreí, porque solo me quedo con las partes buenas, la que me hicieron ser felices y ahora, aquí me tenéis, con el sueño de mi vida hecho realidad ¿Que qué os quiero decir con esto?
Que aquí tenéis mi historia, una puta mierda para algunos, algo espectacular para otros, pero aquí la tenéis, lo que os quiero demostrar es que nada es imposible, y si luchas hoy por lo que quieres, mañana tendrás la recompensa, no te rindas porque eso es de cobardes, y ante todo, camina, no mires atrás y se feliz, cuando consigas eso, el mundo será tuyo, tuyo y de la persona con la que quieras compartirlo. Porque eso, eso es lo importante.
Sé que no he sido un bueno ejemplo, que poco querrías parecerte a mí y que la mayoría de las veces has pensado "Esta chica es gilipollas" pero te he dado lecciones, lecciones que ni el mejor profesor del mundo podría darte, y aquí es cuando tu y yo nos separamos, pero antes de despedirnos, quiero que sepas, que soy completamente feliz, sí, he alcanzado mi meta, y estoy segura de que tú harás lo mismo con la tuya, confía en ti misma, porque eres única.
Después de todo esto, por fin me largo, me espera un gran día al lado de los míos, y aunque ni siquiera nos conozcamos, te quiero.
Te quiero, y confío en ti.
Se feliz .

miércoles, 6 de febrero de 2013


"New Sensation" Capítulo 75-Despierta

Había cambiado, todo había cambiado, hasta su coche no era el mismo, aún más lujoso, no dejará de ser un niñato mimado nunca, tampoco quería eso.
Me acomodé en el asiento y sentí el tacto del cuero nuevo, olía a limpio y el símbolo de audi brillaba potente en el centro del volante, él tardó un poco en entrar al coche ya que me abrió la puerta para que entrara, cosa que no le pegaba mucho, pero fue bonito, tanto como él no, pero estuvo bien
Reí inconscientemente, hasta que posó su mano en mi pierna, me mordí el labio de abajo y puse la mía encima de la suya con suavidad.
El me miró, cada vez que lo hacía, se detenía el tiempo.
-Me debes algo.                                            
-Eric, que ya te he dicho que no soy virgen, hijo.-Me molesté, la broma ya llegaba a incomodar.
-No decía eso.-Sonrió mirando al techo, limpio y suave como un burrito blanco.
Luego plasmo sus ojos en mis labios, los achicó sediento, sonriendo medianamente enseñando sus preciosos dientes con picardía, apoyó la mano en el volante, la otra, en los cambios de marcha, y sonrió, emitiendo un tremendo sonidito que alegraba la vida, invitándote a que le hicieras hijos allí mismo.
Me aseguré para no caerme encima de él, después, me acerqué, su olor llego a mí y la piel se me erizó de forma electrizante, no pude evitar temblar, agarré bien el asiento y me arrastre un poco más, el enganchó mi camiseta y tiró hacia sí mismo mientras sonreía, nuestras narices ya se tocaban y seguramente hubiera sido uno de los momentos más bonitos de mi vida.
¿Qué por qué no lo fue?
Porque una señora amargada, borracha y fea no podía sacar su coche de allí si antes Eric no movía el suyo, nos avisó de aquello con horribles pitidos acompañados de gritos desesperados, mis ganas de bajarme del coche y arrancarle los pelos iban aumentando conforme ella subía el volumen.
Él sonrió, sentí su sonrisa tan pegada a mi boca que casi parecía un sueño, acto seguido se apartó de mí dejándome con las ganas de besar sus labios, me enfadé y crucé los brazos.
-Y será mi culpa-Carcajeó mientras daba vueltas al volante para salir de aquel aparcamiento cochambroso.
Le miré y suspire.
-Tantas ganas de violarme no son saludables, es un consejo-Se aguantó la risa mientras se ponía débilmente rojo, pasé la mano por toda mi cara, despejándome, ignoré su comentario, bueno, al menos lo intenté.
-Eso ya lo veremos-Afirmé, aunque no lo pareciera amaba esas bromas, solo porque salían de su boca.
El seguía con su insultante sonrisa en la cara, maniobrando, hasta que por fín cogimos carretera, eran las dos de la madrugada y no tenía ni idea de a dónde íbamos, pero no estaba nerviosa, era Eric, joder, Eric.
-Y bien
-Ahora que quieres-No apartó la mirada de la carretera, su perfil era imperial.
-Eres un borde estúpido.
-Hablo Miss simpatía.
-Imbécil.
-Te quiero
-Yo más-Sonreí mordiéndome el labio-Bueno, ¿A dónde vamos?
-A donde a mí me dé la gana.
-Retrasado.
-Duérmete reina-Susurró calmado, su voz me apaciguo, supongo que no me importaba el destino, si iba de su mano, busqué en los laterales del asiento la palanca para echar hacia atrás el asiento, palpé bastante los sillones hasta que la encontré, apreté y la comodidad me inundó, poco a poco mis párpados iban cayendo, mientras tanto miraba a Eric a la luz de la luna, conduciendo como nadie, a mi lado, me olía que iba a dormir muy bien, pero antes de caer en un profundo sueño pude oír unas palabras ¿Reales o en sueño? No lo sé, pero eran perfectas.
-Descansa amor mío.


Un zarandeo débil y cariñoso me despertó de un profundo sueño, los primeros rayos de sol también ayudaron a levantarme porque molestaban a mis pupilas soñolientas, froté mis ojos, la espalda me dolía por la postura del asiento, y bostecé como un mono sin darme cuenta de que el ser más bonito de la tierra me miraba.
-Que bestia eres-Sonreía, estaba guapísimo como de costumbre, media cara se encontraba sombría, la otra mitad, a pleno sol, destacando sus preciosas facciones, yo seguía con la boca abierta, él me la tapó para hacerme de rabiar, me levanté de golpe y gracias a que no me di de lleno contra el techo, me reflejé en el retrovisor de casualidad y pude ver el esperpento de pelo que llevaba, intenté aplanármelo a manotazos mientras Eric reía sin parar, al fin decidió salir del coche.
-Vamos stripper-Abrió mi puerta y me ofreció su mano, cuando fui a entregarle la mía la quitó y se tocó el pelo con una insolente sonrisilla, me levanté enfurecida y empecé darle golpes en sus pectorales, los que más que dolor le producían risa de la buena, sus manos se desplazaron a mis glúteos y me acercó más a él sin dejar de sonreír, yo no paraba de darle, hasta que sí, me dio por divisar el paisaje.
El cielo lucía más azul de lo habitual, las palmeras abundaban dando un tono verde magnífico al lugar, la arena era blanca, y un sendero de piedras brillantes adentraban hacía un lugar que tenía todas las papeletas de ser increíble, estábamos en medio de la nada, solos, en nuestro paraíso particular, noté sus brazos, rodeándome por encima de los hombros, yo todavía observaba los cocos caer despreocupados, agarré sus manos con delicadeza, observé que mi esmalte de uñas se había quitado medianamente, le miré, sonreí, él hizo lo mismo, solo que cerró los ojos y junto su mejilla con mi cabeza.
Impactante.
La emoción podía con mi ser, los pájaros cruzaban el cielo juguetones mientras Eric y yo les observamos al lado de un audi, nuestras manos se entrelazaron por razones que desconocía, pero era lo mejor que podía haber pasado en ese momento, noté como sus dientes chocaban con mi mejilla.
-No muerdas-Sonreí apretando su cara con una mano, él me sujetaba por la cintura.
-¿Te gusta?-Se relamió los labios degustando mi sabor corporal.
-Es precioso
-Pues solo es el principio-Me cogió la mano, después apretó un botón con el que el coche automáticamente se cerró, yo aún seguía mirando hacia atrás, no me fiaba para nada, temía por el coche, pero bueno, a Eric no se le veía muy preocupado, dentro de unos meses se iría a comprar otro, así que seguí caminando.
Las piedras brillaban, parecían sacadas del fondo del mar, pintadas con polvo de estrellas, las pisaba con cuidado, eran tan preciosas, aunque lo que nos rodeaba no sé quedaba para nada atrás, las palmeras estaban aún cubiertas por el rocío, y el sol destellaba gracias a ello, no podía evitar sonreír a veces por semejante espectáculo de la naturaleza, bueno, realmente por lo que sonreía era por tener a Eric Surita de mi mano, llevándome hacía no sé dónde.
Finalizó el bonito camino de piedras, y nos encontramos en el sitio más irreal y perfecto del mundo.
Entre plantas, un camino.
Al fondo, una montaña.
Esperándonos, un lago.
A mi lado, él.
Era un jodido paraíso individual, algo alejado de nosotros se encontraban unos vestuarios de madera, con el techo compuesto por hojas de palmera, yo ya llevaba el bikini puesto desde por la mañana, así que no necesitaba cambiarme, Eric iba trajeado, así que tuvo que acudir a ellos, soltar mi mano…
-Ahora vengo, espérame aquí Lolita-Soltó mi mano
-No tiene gracia-Me crucé de brazos, él, como era de esperar, volvió a mí, y se acercó, se acercó mucho, tanto que podía sentir el roce de sus pestañas con las mías, cerré los ojos, acaricié su espalda, intenté besarle, pero no hay un puto momento bonito que no tenga que joder.
-Luego vas diciendo que no quieres violarme-Agarró mi cintura, mofándose.
-DIOS, ERES UN ANORMAL, ES QUE NO TE SOPORTO-Intenté escabullirme de sus brazos-SUELTA.
Apretaba más, hasta me dolían las costillas, finalmente paré, el me mordió muy despacio la nariz, y se fue, era imposible pasar de su culo, más que nada porque tenía un culazo tremendamente increíble, no podía mirar a otra cosa.
 Era hora de meterme en el lago, le quería esperar allí, y que surgiera lo que tenía que surgir (Por favor señor, que surja, QUE SURJA)

Solo con un ligero sostén de color beis a juego con las braguitas me adentro en el lago, noto como la templada y cristalina agua acaricia mi piel, recojo mi larga melena negra en una coleta y me adentro poco a poco, paro cuando me cubre hasta la cintura, me doy la vuelta, mis ojos se fascinan y mis pupilas se dilatan al verle, es el, se adentra poco a poco, con un bañador largo y su preciosa sonrisa iluminando el lugar.
Va tocando el agua con las preciosas yemas de sus dedos, su hermosa piel ligeramente morena me fascina, pareceré descarada, pero no puedo mirar a otro lado que no sea él.
Ya está, delante de mí, me mira, le miro, una mágica sensación nos rodea, tengo vergüenza, pero no puedo apartar la mirada, el vuelve a sonreír, su mano se deposita en mi cintura, un escalofrió recorre mi cuerpo, se lo que va a suceder, él se acerca y…
-Las ocho, LAS OCHO, Dakota que me he dormido levántate corre!- Dijo mi madre mientras corría bestialmente las puertas del armario..

jueves, 31 de enero de 2013

"New Sensation" Capítulo 74- Mi Kakota

Era un ambiente agobiante, pero típico de discoteca playera, la verdad es que estos locales no tenían nada que ver con los de Brasil, eran distintos pero igual de emocionante y fogosos, según tu estado de ánimo claro está, nunca puedes pasarlo bien si vas a amargado y sin ganas de bailar y pasarlo en grande.
Solo estaba llena por su medio aforo, pero terminaría ocupándose entera, sus pistas de baile rebosarían pisadas insaciables de reggaetón al ritmo de la música latina de moda.
Con la que Eric se movía de la manera más sensual, provocativa y masculina para un tío que podaís imaginar, sencillamente increíble.
Eric.
Empecé a buscarlo como si fuera Wally, Karen angustiada bajaba su vestido como podía mientras me seguía con velocidad, ella ya sabía que en cuanto le divisara iba a correr tras de él y la iba a dejar sola, así que se arrimó a un grupo de chicas que conocía mientras yo seguía correteando por toda la pista en busca de aquel chico moreno de cuerpo de infarto.
Cada vez el agobio era mayor, parecíamos una gran lata de sardinas moviéndonos a espasmos repentinos, me abría paso entre la gente a empujones, más de una bronca me lleve, pero, creo que mereció  la pena.
Reía mientras dos chicas bailaban como si estuvieran locas delante de él, buscando un pene para pasar la noche, posiblemente el suyo. Se encontraba en una plataforma subido, la zona VIP para aclarar, estaba con algunos chicos, pero las tías eran las que se volvían realmente histéricas por tocarle o conseguir su número, 1 de las miles tendría suerte de rozar sus labios, me sorprendió bastante cómo iba vestido, llevaba traje, y era perfecto, para variar.
Su última noche en España era, por eso se vistió lo mejor que pudo ¿A qué hora te caíste del cielo? Demasiada belleza para un solo cuerpo, demasiado hombre para alguien como yo, supongo.
A veces bajaba la cabeza y dejaba de reír, se le veía triste, sus sonrisas eran falsas, frotaba sus ojos continuamente y no bailaba.
NO BAILABA.
Intenté acercarme lo máximo a la plataforma, las chicas no me dejaban pasar y me ponían caras de mala ostia, más de una hostia calló esa noche, para la próxima no volverán a interrumpir a una stripper que busca al amor de su vida. Apoyé las manos en el borde de la plataforma, muchas gritaban su nombre, el apartaba la mirada del suelo y las regalaba una sonrisa forzada hacía a un lado, pero seguía siendo espectacular, es lo que tiene ser Eric Surita, de repente, divisó rápido lo que le rodeaba, empezó mirando a las gradas, que le saludaban expectantes, una de ellas le tiró un tanga que ni rozó el suelo, el hizo una mueca de indiferencia y transportó la mirada a la pista, empezó por la derecha, siguió mirando sin muchos ánimos a la gente, hasta que de repente, los planetas se alinearon, los pájaros piaron al mismo tiempo, los sueños se hicieron realidad y nuestras miradas se cruzaron.
Mis ojos se pusieron vidriosos, no quería romper a llorar, sonreí, sonreí como nunca antes lo había echo, con toda la sinceridad del mundo.
El también lo hizo, y sus preciosas manos empezaron a temblar, nos quedamos 15 minutos mirándonos sin apartar la vista, todo lo de alrededor desapareció, ni música, ni gente, ni alcohol, solo él, yo y su sonrisa.
Le di la mano y le estiré del brazo, quería que bajara de allí, de un salto se colocó a mi lado, sin pensarlo dos veces me abrazó, rodeando mi frío cuerpo con sus muscolosos y calidos brazos, ahí, sí ahí, no pude contenerme, le agarré fuerte y empecé a llorar, sentirle así otra vez era un sueño, un sueño que había tenido millones de veces, y que por fin se pudo hacer realidad, aunque me halla costado tres años a duras penas, por fin le tenia, ya nada le iba a separar de mi por mucho que cambiara la vida o se opusiera el destino.
Éramos él y yo.
Para siempre.
Se puso detrás de mí y pasó sus manos por encima de mis hombros, nos fuimos abriendo paso entre la multitud de gente que nos miraban expectantes, yo sujetaba sus dedos con mis manos mientras lo sentía pegado a mi, no podía parar de sonreir y me importaban una mierda los insultos que provenían de las sucias bocas de las chonis de discoteca, envidia pura, si pensaban que me iban a quitar a mi angel lo llevaban claro.
Transpasamos la puerta en la misma posición, colocó su ardiente mano en mi cara, cerré los ojos, tenía miedo de despertarme.
-Dakota-Me miró extrañado mofándose por momentos- ¿Qué haces en bragas?
-Es que sino no podía entrar a la discoteca.
-Tú siempre dando el cante, como no, si hubieras venido vestida también me hubiera fijado en ti, eh.
Me crucé de brazos y suspiré, me estaba crispando los nervios, pero al menos sabía que lo de que había recuperado la memoria era totalmente cierto, era Eric.
-Siempre jodiendo los mejores momentos, no cambias Surita-Acaricié mi barbilla.
El sonrió y miró hacia otro lado, de repente empezó a recordar y mostró unas cuantas expresiones extrañas.
-¿Leíste aquello?-Preguntó mirándome, clavando sus preciosos ojos en los míos.
-Sí-Me acerqué a él y le abracé, cosa que hace tres años ni se me pasaba por la cabeza, tenía demasiada vergüenza, y también le tenía siempre conmigo, ahora no, y tenía que aprovechar, nunca más lo dejaré ir.-Lo… lo siento.
Apoyó su mano en mi cabeza, enredó sus dedos en mi pelo negro ondulado, con la otra mano me acercó más a él por la cintura y me besó la cabeza cerrando los ojos, enganché su camiseta con mis dedos mientras oía el latir de su corazón.
-Yo sí que siento que hayas estado todos estos años así.
-Estás aquí, mereció la pena.
-Al parecer el destino no nos odia tanto como creíamos-Sonrió, sus dientes blancos se veían imperiales en aquel callejón oscuro, su cara se encontraba a milímetros, si estaba en el cielo y doy gracias a quien sea por dejarme morir.
Entrelacé mis dedos rodeando su cintura, el me daba besitos cada poco tiempo en el pelo, nos quedamos un rato así, todo me sabía a poco, necesitaba más.
-Tenemos tantas cosas de las que hablar-Subí la cabeza y le miré poniendo muecas, él sonrió, negó con la cabeza y desvió la mirada hacia otro lado divertido.
-Sí me tienes que contar que es eso de bailar en barras de bar como una guarra-Empezó a mofarse en mi cara, yo me separé de él y le di un manotazo en el bíceps, lo que le produjo más risa aún.
-Y tú me tienes que contar desde cuando te gustan las rubias golfas-Me refería a Leticia, la perra con la que salió mientras yacía sin memoria.
Puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos, pero al instante una sonrisita de las suyas apareció en su rostro.
-Ya no me esperas virgen, que vergüenza
-¡Ay, Eric que subnormal eres!
-Siendo una stripper es algo que me imaginaba, eso no mola nada.
-Tú eres tonto, y si no llegas a aparecer, que, ¿muero virgen?
-Sí-Rio
-Imbécil
-Pero tú imbécil
No pude evitar sonreír, y desenfadarme por completo con él, le miré, juntaba sus pies inconsciente de lo que hacía, su pelo subía en una cresta y llevaba la chaqueta al hombre yendo así con una espectacular camisa blanca que marcaba vagamente sus abdominales, se percató de que le miraba embobada, yo, por el contrario, me percaté de que los puertas habían presenciado todo nuestro numerito, tapé mi cara con las manos y me puse a reír. Se dio la vuelta para mirar, también se avergonzó por momentos.
-Anda vámonos de aquí-Me pasó el brazo por encima de los hombros, yo le miré achinando los ojos y esbozando una peculiar media sonrisa que explicaba a la perfección mi felicidad y picardía en aquellos momentos-Y así me cuentas quien fue el cabrón ese, espero que al menos fuese guapo, ¿Te dolió? ¿Cuánto duró? ¿Tardo mucho en correrse o solo dos minutos?.
-Dios…-Pasé la lengua por mis dientes sin abrir la boca mientras mostraba indiferencia a sus estúpidas preguntas, él ya tenía 21 años, pero seguía siendo como mi Eric Surita de 18, igual de imbécil, igual de perfecto.
Igual.
Caminábamos sin rumbo, o eso creía.
-¿Y a dónde vamos? ¿A la playa?
-Tú déjame a mí Kakota de mi vida. 

miércoles, 23 de enero de 2013



"New Sensation" Capítulo 73-Piedra, papel o tijera

Todo recto, la segunda calle a la izquierda, seguir hacia adelante hasta encontrar el bar “Sambao”, rodearlo hasta dar con un letrero.
“Siria”, sí, la discoteca más cercana al hotel de Emilio Eric, por el momento las instrucciones eran claras, aunque Karen y yo no estábamos muy bien orientadas logramos dar con el lugar en un tiempo inmejorable.
Ya había cola, al parecer era un sitio bastante codiciado por los jóvenes de nuestra edad, faltaban dos horas para la apertura, pero muchos problemas recorrían mi cabeza derrapando con fuerza y haciéndome pensar como nunca.
¿Y si la entrada costaba dinero?
¿Y si no íbamos vestidas adecuadamente?
¿Y si Eric no estaba?
Pellizqué un brazo ajeno, el de la rubia para ser más explícitos, necesitaba respuestas, rápidas, sencillas, accesibles. Las necesitaba. Ella apartó molesta el codo y me empujó levemente, revisó la cola por encima poniéndose de puntillas sobre sus ya sucias sandalias ocre, sus caras no eran muy familiares y al parecer la situación no pintaba muy bien. O no tan bien como debía.
-Dakota, míranos-Nos divisábamos mutuamente, nuestra vestimenta eran totalmente de playa, ni con un buen lápiz de ojos podríamos pasar desapercibidas.
Un puerta de la discoteca traspasó la entrada interrumpiendo nuestra preparación nocturna momentánea, salió a fumar un cigarrillo antes de la estampida de gente que quería pasar a la discoteca, ansiosa, y a la que él tenía que revisar el DNI por posible minoría de edad o estado de embriaguez extrema, vamos, borrachos sin fronteras. Vestía un traje negro, media mínimo 1, 90 y su anchura era impresionante, llevaba gafas de sol aunque ya caía la noche, sus puños eran tan grandes como la cabeza de Karen, era nuestra única fuente de información  sobre la discoteca, y era una oportunidad que no podíamos perder, yo tenía que llegar a él, tenía que volver a abrazarle hasta que me dolieran los brazos de apretarle contra mi pecho al ritmo de unas ilusionadas lágrimas de alegría.
Ella me agarró la mano fuerte, su anillo se clavó en mis nudillos causándome molestia, movía la mano evadiéndome de la suya mientras observaba al puerta asustada. Ambas nos miramos tragando saliva, negamos con la cabeza, advirtiéndonos de que no habría un posible acercamiento a él, aunque la puta sensación de fracaso me estaba mordiendo.
-Venga Karen, ve tú
-Y un churro-Típica expresión de niña con cierto retraso mental-Tú eres la interesada.
Me crucé de brazos mordiéndome la lengua, tenía ganas de propinar unos cuantos puñetazos, sutiles, sin causar dolor, pero descargar la furia era necesario para un equilibrio en mí, debéis saber que era feliz por mucho que os joda.
-A piedra, papel, o tijera-Subí la mirada desafiante, esbozando una media sonrisa triunfadora ya que en este juego la suerte me acompañaba usualmente.
-Lo veo bien-Frotó sus manos animándose a ganar.
Ilusa.
Nuestras miradas se cruzaron infernales, abrí levemente mi boca mientras amagaba una sonrisa de sabiduría, esas que salen en mitad de una pelea por parte de alguno de los integrantes para marcar el control, y que terminan a golpe limpio dejando sangre por doquier, sin pensar en las consecuencias, como la mirada de un niño, inocente, que se fija en esa sangre, seca, cargada y colmando recuerdos amargos, que arrancan la inocencia de su pequeño cuerpo como si de un envoltorio se tratara.
Bombardeé sus ojos azules como el cielo despejado, intentaba descifrar sus movimientos, ¿Qué iría a sacar? Nuestras manos se escondieron detrás, planificando una figura con la que triunfar, o fracasar.
Su raya de ojo corrida levemente me distraía, la cuenta atrás comenzó, 3, 2, 1…
Saqué piedra, era, por regla general, lo más fuerte del juego, pero no.
-Papel, gano yo-Karen apretó los puños y dio unos repelentes saltitos.
-Mentira.
-Dakota, no seas tramposa- Su sonrisa desapareció.
-¿Pero que le hace el papel a la piedra? ¿¡LA ASFIXIA?!
Señaló a aquel armario de persona, mis ojos se salieron de las orbitas cuando lo vi crujiéndose los dedos, la agarré del brazo y me dirigí a él sin pensarlo dos veces.
Eric, ya me puedes invitar a un cubata de vodka del bueno por esto, mi niño.
Nos encontrábamos delante de él, bueno, yo, Karen estaba detrás de mí más asustada que un corderito en un matadero, él nos miró, el cigarro estaba a punto de consumirse así que tenía que empezar a dialogar cuanto antes.
-Eh… Eh… Yo… Que hola.
El  hombre se extrañó bastante y levantó una de sus cejas cicatrizadas confundido.
-Siria abre sus puertas dentro de tres horas, poneros a la cola- Se dispuso a volver a entrar, pero no podía permitirlo.
-Espere, es importante-Chillé levantando la mano, el me presto algo de su tiempo para explicarme-Lo primero, ¿Eric Surita va a estar en esta discoteca esta noche? Ya sé que es algo que usted no puede sab…-Antes de terminar aquella frase el forzudo afirmó con la cabeza, lo que fue las mayores de las alegrías para mí en muchísimo tiempo, sonreí mostrando mi casi perfecta dentadura.
-¿Algo más?-Apretó la puerta con su enorme mano para dirigirse hacia adentro.
-Sí-Le paré-¿La entrada cuesta dinero? ¿Vamos bien vestidas así?-Ambas nos dejamos ver por aquel treintañero enorme.
-Sí esos trajes se acortan mínimo 5 centímetros, entráis gratis-Y despareció.
Nuestras caras eran un show, después de escuchar esas palabras nos quedamos boquiabiertas, como si hubiéramos vistos a un viejo haciendo skate.
-Con dos cojones, y se ha quedado tan ancho-Soltó Karen por esa boquita brillante de piñón que tenía-Se cree este que por entrar gratis nos vamos a vestir como una guarr¿¡DAKOTA QUE HACES CON LAS TIJERAS?!-Me plantó la mano en la cara y me echó hacia atrás debido a mi intento de cortar su vestido.
-No tenemos otra opción, trae-Me reincorporé e intenté volver a rajar el algodón que lo componía, ella volvió a tirarme al suelo de un leve empujón.
-¿No podemos ir a comprar algo rápido? Tenemos tres horas-Seguía sujetando mi cabeza lejos de su vestido para que no pudiera hacer nada, me levanté enfurecida.
-¿Con que dinero? ¡¿EH?!-Hubo un incómodo momento de silencio, las personas que guardaban la cola para entrar los primeros en la discoteca se divertían bastante con nuestra penosa actuación de taradas, le ofrecí las tijeras, cabreada, ella las cogió con resignación. Decidimos irnos a un callejón cercano a acortar nuestra ropa.
Dábamos el cante de una manera increíble, espectáculo gratis para los visitantes de la calle Arena fina, había amarrado mi camiseta de baloncesto viéndoseme así el ombligo anillado, rasgado la zona del escote, imperdible en el sujetador para apretar los pechos y lista, a estas alturas de la vida, ir vestida así era como ir normal, llevaba más ropa que habitualmente, con eso digo todo.
Karen, en cambio, no era capaz de cortar su precioso vestido, y cuando lo hizo, quedó casi igual, tuve que meter yo la tijera, haciendo que las bragas se vieran al mínimo movimiento, ella se echó las manos a la cabeza y empezó a hiperventilar como de costumbre, no hacía más que bajarse el vestido y agobiarse por las miradas insensibles de la gente, pero era la hora de entrar.
Habíamos matado casi tres horas hablando y contándonos cosas la una a la otra, hacía tanto que no hacíamos aquello, me sentó bien, me gustó bastante poder volver a verla sonreír como antes, conmigo. La cola empezó a avanzar, ya estaban revisando los DNI y era la hora de la verdad, la sangre que recorría mis venas aceleró, lo que quería decir que mi corazón se había despertado, porque él era listo, sabía que ya tenía motivos por los que latir, sabía, que por fin sus nerviosos pálpitos no eran en vano, sabía que su querido Eric Surita estaba a escasos metros de él, y que eso, era lo más bonito que le podía pasar.
-Bonitas piernas ¿Cuándo abren?-Un chico de unos 20 años, irrelevantemente feo y con pintas de barriobajero consentido miraba a Karen con deseo, después de soltar aquello intento tocarle las piernas, ella se apartaba, pero era incapaz de decirle nada por miedo.
-Abrirán después de que te abra yo a ti otra cosa, la cabeza, por ejemplo-Él se calló después de oírme, aunque no borró esa sonrisa de gilipollas que decoraba su cara, miré hacia otro lado, por suerte, ya era nuestro turno.
Estaba algo deteriorado por la humedad pero aún se veía que era un DNI fiable, Karen se lo entregó vergonzosa, ya que enseñar tanto las piernas no era de buen ver, según ella y su estricta familia, la miraron por encima y la dejaron entrar totalmente gratis, como acordamos, casi todas iban cortísimas de ropa, la crisis se nota, o quizá es simple puterío. Opto por lo segundo.
-Espera-Ya me había retirado el DNI de la mano, todo estaba perfecto, bueno, casi todo-23 euros, por favor-Abrí la boca con desesperación, moví la mano nerviosa sin ser consciente de mis actos.
-¿Pero no era gratis por ir como una furcia?-Los que guardaban fila esperando a entrar rompieron a reír al escuchar aquello, yo acerqué mi mano a la boca y me la tapé esperando.
-Esos pantalones están muy largos-Bajé mi cabeza, los observé, eran uno vaqueros normales, no eran demasiado cortos pero tampoco me llegaban por las rodillas, le miré enfadada, el extendió la mano esperando un par de billetes, lo que no se esperaba para nada era mi reacción.
Desabroché los botones metálicos y me los quité perdiendo el equilibrio por momentos, en vez de depositar dinero en su enorme palma, puse los shorts, sonreí con picardía sin vergüenza ninguna, después de todo lo que he vivido esa palabra no entra en mi diccionario personal, todos los chavales empezaron a silbar, aplaudir y gritar, algunas chicas miraban con cara de haber chupado un cactus, me odiaban, en un pasado me hubiera mirado como ellas lo hacían en esos momentos. El puerta retiró la mano y me miró sonriente, estaba preocupada, porque Eric solía colarse delante de todo el mundo para entrar, y todavía no le había visto por allí. Eso dolía, tanto que llegaba a quemar.
Intenté adentrarme.
Me cogieron el brazo.
El puerta me tenía sujeta por alguna razón, era el de antes, se agachó, y me susurró en el oído.
-Éric Surita ya está dentro.

viernes, 11 de enero de 2013


"New Sensation" Capítulo 72- El verdadero Eric Surita.

-El 85
-El 123
-Dakota, el 85-Insistiendo

Me crucé de brazos y jugué con la lengua enfadada, perdí la mirada y me senté en la parada de bus.
-Pero no ves que el 85 no es, lo pone aquí, osea, míralo-Señalaba nerviosa el horario de autobuses.
-Osea, míralo- La hice burla, divertida, sabiendo que se iba a cabrear por segundos, la carretera desprendía un calor insoportable, los coches pasaban veloces contaminando el ambiente y desgastando pequeños trozos de piedra negra bien sujeta, marcaban 40 grados, era uno de esos veranos en los que las insolaciones eran mas frecuentes que beber agua, estiré el cuello de mi camiseta y abaniqué con la mano, soplaba, suspiraba, ponía nerviosos a las demás personas que también esperaban calurosas, me removía por los asientos incomoda, subía las piernas, las bajaba, tiraba a Karen del vestido, chillaba, me subía más el pantalón haciendo que pareciera una braga, daba palmas, serpenteaba, silbaba, me hacia una coleta, después un moño, a los quince minutos me lo soltaba de nuevo.
La desesperación de Karen era tal que se separaba de mí para no pasar más vergüenza ajena, sacó unas Ray Ban antiguas del bolso de cuero y se las puso vacilante, esperaba impaciente y supongo que también desearía no haberme conocido en esos momentos.
Sonreí.
Por fin vimos aparecer, a lo lejos, un autobús con el número 85, los que allí esperaban se levantaron veloces para coger un buen sitio, iba vació, pero si les hacía ilusión empujarse y pelarse, genial, oye, Karen y yo entramos las últimas y nos pusimos en los asientos más cercanos al conductor.
-Y, bueno ¿Ya has terminado la carrera?
-Dakota, la carrera de medicina son seis años y yo solo llevo uno.
Me quedé callada un instante, pensando que contestarle.
-¿No te cansas de ser tan repelente?- Pregunté, arrugando la nariz.
Ella resopló y miró el cristal, donde se reflejaban las aglomeradas calles de Benidorm, el bochorno era tremendo, gracias a Dios que el autobús llevaba aire acondicionado, y puesto al máximo, cogí mis rodillas, apoyé mi cabeza sobre ellas cansada, pensaba en lo que me esperaba, mi futuro, por así decirlo, estaba en juego, podría quedarme con él, o perderle para siempre, o solo dar un fin mas amigable a nuestra extraña historia.
Extraña pero bonita.
-Haber, quedan-Empezó a contar paradas guiándose de un plano de autobuses-4 paradas.
Me puse algo nerviosa, ojala pudiera ir a verle cuanto antes, siento no poder explicaros la sensación que tenía en esos momentos, no hay palabras para hacerlo.
-¿Que crees que pasará?-Me preguntó Karen, elevando mi cabeza para separarla de las rodillas.
-No lo sé-Me estiré vagamente.
Hizo una mueca con la boca, me miró fijamente y sonrió, podría haberle preguntado el por qué de esa reacción pero tenía demasiadas cosas en la cabeza para meter aún más. Notaba que estaba pensando, quizá planeaba un tema de conversación interesante que sacar, eran tantos años que ya habíamos perdido toda confianza.
Al fin comentó algo, de lo que más duele.
-¿Sabes algo de la gente de Brazil?, no sé, Winona, Dudu…-Se explicaba moviendo la mano al son del choque de sus pulseras plateadas.
-No… Bueno, Dudu me llamó, para decirme que Eric estaba bien, y para saber si me he recuperado, pero hace tres años, ya sabes.
-¿Y no te comentó nada de la pérdida de memoria de su hermano?-Karen parecía malhumorada, ya que sabía perfectamente mi respuesta.
-No…-Odio la asquerosa sensación de sentirme mal, esa que estaba conllevando en esos momentos, parece ser que Dudu quería alejarme de sus vidas, cosa que me resultaba casi imposible de creer, pero que así era.
Karen se percató de mi cara de decepción así que opto por cambiar de tema.
-Mira ya casi estamos llegan...-Se la veía preocupada, su cara había cogido un color blanco pared no muy estético, miré por la ventana y pude ver como nos alejábamos de Benidorm, el autobús 85 se dirija a las afueras, mi mirada hacía ella fue infernal, junté las manos y me quedé un rato observándola mientras movía la mandíbula cabreada, ella sonreía, incomoda, he intentaba evadirse con sonrisas forzadas.
-Que, que digo que... Hace sol-Se colocaba el bolso dando ligeros golpes
-Estamos en pleno Agosto
Suspiré y retiré el pelo de mi frente, que me incordiaba a cada movimiento que hacía, coloqué mis manos en la cara y pensé, pensé en como matar a Karen, ya sé que no era una solución pero era lo único que me llegaba a la cabeza en ese momento, ella se movía nerviosa en el asiento y miraba el mapa de los autobuses, como sí mágicamente fuese a dar la vuelta y llevarnos hasta Eric.
-Con que el 85 , eh, rubia-Añadí sarcástica, ella puso morritos mirando a un punto indefinido en el cristal del conductor, aunque no pudo contener la risa mucho tiempo, yo suspiré aunque también se me escapó alguna sonrisa.-Ya no llegamos ni de coña, señora "Es el autobús 85 soy rubia y pienso poco".
-Para ya-Añadió cruzándose de brazos-Espera-Sacó de nuevo el horario Surita, el cual ya estaba bastante trabajado de tanto manoseo-Ahora es tiempo libre, de ocho de la tarde para delante, lo tenemos crudo para saber donde va, lo siento...
Karen bajó la cabeza y pasó su brazo por mis hombros, para su sorpresa, yo sonreí ladeando la boca hacía la izquierda, como muestra de que sabía lo que hacer.
-Eso de que no sabemos donde va es mentira.
-¿Como?-Se extrañó
-Es fácil, solo tenemos que buscar la discoteca más cercana y mirar entre un grupo de golfas, ahí, justo ahí, estará el verdadero Eric Surita.
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