"New Sensation" Capítulo 75-Despierta
Había cambiado, todo había cambiado, hasta su coche no era el mismo, aún
más lujoso, no dejará de ser un niñato mimado nunca, tampoco quería eso.
Me acomodé en el asiento y sentí el tacto del cuero nuevo, olía a limpio
y el símbolo de audi brillaba potente en el centro del volante, él tardó un
poco en entrar al coche ya que me abrió la puerta para que entrara, cosa que no
le pegaba mucho, pero fue bonito, tanto como él no, pero estuvo bien
Reí inconscientemente, hasta que posó su mano en mi pierna, me mordí el
labio de abajo y puse la mía encima de la suya con suavidad.
El me miró, cada vez que lo hacía, se detenía el tiempo.
-Me debes algo.
-Eric, que ya te he dicho que no soy virgen, hijo.-Me molesté, la broma
ya llegaba a incomodar.
-No decía eso.-Sonrió mirando al techo, limpio y suave como un burrito
blanco.
Luego plasmo sus ojos en mis labios, los achicó sediento, sonriendo
medianamente enseñando sus preciosos dientes con picardía, apoyó la mano en el
volante, la otra, en los cambios de marcha, y sonrió, emitiendo un tremendo
sonidito que alegraba la vida, invitándote a que le hicieras hijos allí mismo.
Me aseguré para no caerme encima de él, después, me acerqué, su olor
llego a mí y la piel se me erizó de forma electrizante, no pude evitar temblar,
agarré bien el asiento y me arrastre un poco más, el enganchó mi camiseta y
tiró hacia sí mismo mientras sonreía, nuestras narices ya se tocaban y
seguramente hubiera sido uno de los momentos más bonitos de mi vida.
¿Qué por qué no lo fue?
Porque una señora amargada, borracha y fea no podía sacar su coche de
allí si antes Eric no movía el suyo, nos avisó de aquello con horribles pitidos
acompañados de gritos desesperados, mis ganas de bajarme del coche y arrancarle
los pelos iban aumentando conforme ella subía el volumen.
Él sonrió, sentí su sonrisa tan pegada a mi boca que casi parecía un
sueño, acto seguido se apartó de mí dejándome con las ganas de besar sus
labios, me enfadé y crucé los brazos.
-Y será mi culpa-Carcajeó mientras daba vueltas al volante para salir de
aquel aparcamiento cochambroso.
Le miré y suspire.
-Tantas ganas de violarme no son saludables, es un consejo-Se aguantó la
risa mientras se ponía débilmente rojo, pasé la mano por toda mi cara,
despejándome, ignoré su comentario, bueno, al menos lo intenté.
-Eso ya lo veremos-Afirmé, aunque no lo pareciera amaba esas bromas,
solo porque salían de su boca.
El seguía con su insultante sonrisa en la cara, maniobrando, hasta que
por fín cogimos carretera, eran las dos de la madrugada y no tenía ni idea de a
dónde íbamos, pero no estaba nerviosa, era Eric, joder, Eric.
-Y bien
-Ahora que quieres-No apartó la mirada de la carretera, su perfil era
imperial.
-Eres un borde estúpido.
-Hablo Miss simpatía.
-Imbécil.
-Te quiero
-Yo más-Sonreí mordiéndome el labio-Bueno, ¿A dónde vamos?
-A donde a mí me dé la gana.
-Retrasado.
-Duérmete reina-Susurró calmado, su voz me apaciguo, supongo que no me
importaba el destino, si iba de su mano, busqué en los laterales del asiento la
palanca para echar hacia atrás el asiento, palpé bastante los sillones hasta
que la encontré, apreté y la comodidad me inundó, poco a poco mis párpados iban
cayendo, mientras tanto miraba a Eric a la luz de la luna, conduciendo como
nadie, a mi lado, me olía que iba a dormir muy bien, pero antes de caer en un
profundo sueño pude oír unas palabras ¿Reales o en sueño? No lo sé, pero eran
perfectas.
-Descansa amor mío.
Un zarandeo débil y cariñoso me despertó de un profundo sueño, los
primeros rayos de sol también ayudaron a levantarme porque molestaban a mis
pupilas soñolientas, froté mis ojos, la espalda me dolía por la postura del
asiento, y bostecé como un mono sin darme cuenta de que el ser más bonito de la
tierra me miraba.
-Que bestia eres-Sonreía, estaba guapísimo como de costumbre, media cara
se encontraba sombría, la otra mitad, a pleno sol, destacando sus preciosas
facciones, yo seguía con la boca abierta, él me la tapó para hacerme de rabiar,
me levanté de golpe y gracias a que no me di de lleno contra el techo, me
reflejé en el retrovisor de casualidad y pude ver el esperpento de pelo que
llevaba, intenté aplanármelo a manotazos mientras Eric reía sin parar, al fin
decidió salir del coche.
-Vamos stripper-Abrió mi puerta y me ofreció su mano, cuando fui a
entregarle la mía la quitó y se tocó el pelo con una insolente sonrisilla, me
levanté enfurecida y empecé darle golpes en sus pectorales, los que más que
dolor le producían risa de la buena, sus manos se desplazaron a mis glúteos y
me acercó más a él sin dejar de sonreír, yo no paraba de darle, hasta que sí, me
dio por divisar el paisaje.
El cielo lucía más azul de lo habitual, las palmeras abundaban dando un
tono verde magnífico al lugar, la arena era blanca, y un sendero de piedras
brillantes adentraban hacía un lugar que tenía todas las papeletas de ser increíble,
estábamos en medio de la nada, solos, en nuestro paraíso particular, noté sus
brazos, rodeándome por encima de los hombros, yo todavía observaba los cocos
caer despreocupados, agarré sus manos con delicadeza, observé que mi esmalte de
uñas se había quitado medianamente, le miré, sonreí, él hizo lo mismo, solo que
cerró los ojos y junto su mejilla con mi cabeza.
Impactante.
La emoción podía con mi ser, los pájaros cruzaban el cielo juguetones
mientras Eric y yo les observamos al lado de un audi, nuestras manos se
entrelazaron por razones que desconocía, pero era lo mejor que podía haber pasado
en ese momento, noté como sus dientes chocaban con mi mejilla.
-No muerdas-Sonreí apretando su cara con una mano, él me sujetaba por la
cintura.
-¿Te gusta?-Se relamió los labios degustando mi sabor corporal.
-Es precioso
-Pues solo es el principio-Me cogió la mano, después apretó un botón con
el que el coche automáticamente se cerró, yo aún seguía mirando hacia atrás, no
me fiaba para nada, temía por el coche, pero bueno, a Eric no se le veía muy
preocupado, dentro de unos meses se iría a comprar otro, así que seguí
caminando.
Las piedras brillaban, parecían sacadas del fondo del mar, pintadas con
polvo de estrellas, las pisaba con cuidado, eran tan preciosas, aunque lo que
nos rodeaba no sé quedaba para nada atrás, las palmeras estaban aún cubiertas
por el rocío, y el sol destellaba gracias a ello, no podía evitar sonreír a
veces por semejante espectáculo de la naturaleza, bueno, realmente por lo que sonreía
era por tener a Eric Surita de mi mano, llevándome hacía no sé dónde.
Finalizó el bonito camino de piedras, y nos encontramos en el sitio más
irreal y perfecto del mundo.
Al fondo, una montaña.
Esperándonos, un lago.
A mi lado, él.
Era un jodido paraíso individual, algo alejado de nosotros se
encontraban unos vestuarios de madera, con el techo compuesto por hojas de
palmera, yo ya llevaba el bikini puesto desde por la mañana, así que no
necesitaba cambiarme, Eric iba trajeado, así que tuvo que acudir a ellos,
soltar mi mano…
-Ahora vengo, espérame aquí Lolita-Soltó mi mano
-No tiene gracia-Me crucé de brazos, él, como era de esperar, volvió a
mí, y se acercó, se acercó mucho, tanto que podía sentir el roce de sus
pestañas con las mías, cerré los ojos, acaricié su espalda, intenté besarle,
pero no hay un puto momento bonito que no tenga que joder.
-Luego vas diciendo que no quieres violarme-Agarró mi cintura, mofándose.
-DIOS, ERES UN ANORMAL, ES QUE NO TE SOPORTO-Intenté escabullirme de sus
brazos-SUELTA.
Apretaba más, hasta me dolían las costillas, finalmente paré, el me mordió
muy despacio la nariz, y se fue, era imposible pasar de su culo, más que nada
porque tenía un culazo tremendamente increíble, no podía mirar a otra cosa.
Era hora de meterme en el lago,
le quería esperar allí, y que surgiera lo que tenía que surgir (Por favor
señor, que surja, QUE SURJA)
Solo con un ligero sostén de color beis a juego con las
braguitas me adentro en el lago, noto como la templada y cristalina agua
acaricia mi piel, recojo mi larga melena negra en una coleta y me adentro poco
a poco, paro cuando me cubre hasta la cintura, me doy la vuelta, mis ojos se
fascinan y mis pupilas se dilatan al verle, es el, se adentra poco a poco, con
un bañador largo y su preciosa sonrisa iluminando el lugar.
Va tocando el agua con las preciosas yemas de sus dedos, su
hermosa piel ligeramente morena me fascina, pareceré descarada, pero no puedo
mirar a otro lado que no sea él.
Ya está, delante de mí, me mira, le miro, una mágica
sensación nos rodea, tengo vergüenza, pero no puedo apartar la mirada, el
vuelve a sonreír, su mano se deposita en mi cintura, un escalofrió recorre mi
cuerpo, se lo que va a suceder, él se acerca y…
-Las ocho, LAS OCHO, Dakota que me he dormido levántate
corre!- Dijo mi madre mientras corría bestialmente las puertas del armario..
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