martes, 12 de febrero de 2013

Dakota Fight.


NS

"New Sensation" Capítulo 76-No te conozco, pero te quiero.



Dakota despierta entre sabanas de seda, mira su cuarto y suspira, lleva su melena negra enredada y un pijama excesivamente infantil para sus dieciséis años recién cumplidos, se despereza junto a los gritos de su madre, que, nerviosa, saca ropa para que pueda vestirse.
-Mamá, hoy es sábado-dice la joven, aún confusa por su anterior sueño. 
Suspira y se deja caer de nuevo encima del colchón, da unos pequeños botes debidos a los muelles y cierra los ojos pensativa.
-Genial, otra vez igual, es tu padre que me confunde, el imbécil-la madre observa a su pequeña durante un instante-¿Te pasa algo?-Se acerca y se sienta al lado de sus pies, depositando sus dulces manos en las piernas de la chica.
-Sí-se remueve entre las sabanas-solo he tenido un sueño un poco raro, no te preocupes, pero, me ha gustado.
Su madre no aparta la mirada de sus ojos, se fascina con las bonitas facciones que ha obtenido de su padre
-Y ¿De qué trataba el sueño?
-Pues no sé, era raro, con un chico, un lago, muy extraño todo, pero a la vez bonito-La mujer, que andaría por unos esplendidos 37 años se estremeció, y le prestó más atención a su hija que minutos antes, volvió a clavarle la mirada, pero esta vez con los ojos vidriosos-Además he sentido algo raro, algo que nunca antes había sentido, como, como…
-¿Una nueva sensación?-Interrumpió a su pequeña adolescente medio sonriendo, mirando hacía el techo, parecía que estaba recordando algo que la hacía feliz.
-Sí. Y como dice papá, las cosas suenan mejor en inglés.
-New Sensation
Ambas rieron a carcajadas, parecían felices, se abrazaron como si fueran amigas, la relación de complicidad era impresionante entre madre e hija. Aunque Dakota volvió a cambiar su expresión, volvió a quedarse pensativa, preocupada inútilmente por un sueño que seguramente no significase nada. 
-Ay, cielo, vale ya-su madre la reincorporó, y la abrazó, acariciando su pelo azabache, la muchacha resopló, agobiada, aunque los besos de su madre la tranquilizaron enormemente. 
-Que significará… Ni si quiera reconocía al chico-Volvió a resoplar de nuevo, su madre pasó los brazos por debajo de su pecho, arrugando su camiseta de gatitos.
-A mí me pasó exactamente lo mismo, Dakota-Añadió ella, inmejorable.
-¿En serio?-Su hija la miró asombrada, girando su cabeza interesada, observando a su progenitora-¿Y qué pasó? 
Ella sonrió, mientras, Dakota, la observaba ansiosa por saber su relato. La historia de su mamá.
-Ese sueño dio comienzo a una nueva era en mi vida, desde aquello, la vida me cambió por completo-No podía apartar la mirada de la colcha mientras hablaba, su hija la sostenía la mano-Viaje lejos, muy lejos, obligada, ahí creía que mi vida iba a ser una mierda, no estaba con mi familia, ni con mis amigos, pero entre todo lo oscuro, siempre aparece una luz, esa pequeña esperanza que te empuja hacía adelante y que sujeta tu cara para no dejarte mirar hacía atrás, pero al igual que todo en esta vida, se acaba, desapareció, desaparecimos los dos, y caí empicada, como si me hubieran tirado desde un helicóptero al vació, sin nada más que mis carnes y sentimientos rotos, con poco que dar y menos para recibir.
Dakota parecía confusa, su madre contaba una historia terrible, ella, tenía miedo de que le sucediera lo mismo.
-Y que más-Cruzó las piernas sin soltar en ningún momento la mano de su progenitora.
-Todo lo que es mala vida, lo último que una madre querría que fuera su hija, lo más miserable de la sociedad, eso era yo, lo pasé francamente mal, no encontraba la salida por ningún sitio, por mucho que la buscase, solo sabía esconderme detrás del maquillaje y bailar, mostrar lo que yo no era, vivir como nadie desearía, pero como siempre, en esta historia hay un "pero" que lo cambia todo, volvió a aparecer, no como lo soñé, con muchas cosas sin resolver, pero igual que me dio mil razones para llorar, me dio mil y una para sonreír.
Dakota esbozó una sonrisa sincera, apoyó su cabeza despeinada en el hombro de su madre, parecía una calcomonia.
-Y luego me llevó a un lago, y claro, ahí pues hubo tema. 
-!Mamá, que los detalles sobran!-Dijo la muchacha con cara de desesperación, al contrario que su madre, que reía como nunca.
Hubo un momento de silencio, ambas miraban a un punto en concreto que no significaba nada, estaban pensativas y la conversación que acababan de mantener marcaría para siempre.
-Y mamá, todo eso...
-¿Todo eso qué?
-¿ Mereció la pena?
De repente alguien irrumpió en la habitación, un hombre de unos cuarenta años, terriblemente atractivo, con una delicada barba que le daba un toque masculino, sí, él. Emilio Eric Surita entró con un infante en los brazos, el pequeño estaba soñoliento y agarraba la cara de Eric con delicadeza, evitando así que los parpados volvieran a cerrarse, él, feliz, le apretaba suavemente contra su musculoso torso, acariciaba su suave pelito, y de vez en cuando, le daba un beso para espabilarse cariñosamente. Su peso parecía el de una pluma en aquellos brazos, los que movía suavemente haciendo así que su pequeño hijo no volviera a caer en un profundo sueño.
-Pues claro, Dakota, claro que mereció la pena.
Y sí, creéis bien, esa fue la conversación que tuve con mi hija, allí la tenía, indefensa y asustada, y ahí estaba yo, para darle consejos, esos que mi madre siempre me ofreció sin nada a cambio, abrazarla era especial, sentía que era una parte de mí, mi pequeña princesa, y parece que fue ayer cuando nació, cuando Eric me tenia sujeta la mano y me decía "Tranquila, todo va a salir bien", recuerdos, únicos. 
Y luego vino Eduardo, Dudu, como su tío, hace dos años nació mi pequeño rey, y ahora despierta en los brazos de su padre, en los brazos del amor de mi vida.
Me levanté, y dejando a mi pequeña pensativa en la cama, cogí a Dudu con cuidado, el me abrazó con sus diminutos bracitos y emitió unos gemiditos desperezadores.
Eric me besó, y le sonreí, le sonreí como si fuera la primera vez que lo hubiera visto.
-No sé si seré tan fuerte como tú, mamá-Añadió Dakota, aún envuelta entre las sabanas y con una espectacular cara de indiferencia.
-Llevas el nombre de tu madre, eres hija de Dakota Fight, eso ya te hace ser fuerte, mi niña, vas a superar todo lo que te venga encima- Y eso dijo mi hombre, el de mis sueños, Eric, e hizo que mi princesa esbozara una sonrisa, enseñándonos su perfecta dentadura. Se levantó de un salto y le abrazó, el la cogió en volandas haciéndola de rabiar, ella le pegaba divertida obligandole a bajarla, interrumpí.
-Bueno, ¿Quién se viene al parque de atracciones?
Todos empezaron a chillar y gritar "¡Yo!" con todas sus fuerzas, Eric bajo a los niños a desayunar, y me dejó un rato a solas en la habitación de Dakota.
En su escritorio encontré una gorra de los Bulls que la regalé, recordé mi adolescencia, y sonreí, porque solo me quedo con las partes buenas, la que me hicieron ser felices y ahora, aquí me tenéis, con el sueño de mi vida hecho realidad ¿Que qué os quiero decir con esto?
Que aquí tenéis mi historia, una puta mierda para algunos, algo espectacular para otros, pero aquí la tenéis, lo que os quiero demostrar es que nada es imposible, y si luchas hoy por lo que quieres, mañana tendrás la recompensa, no te rindas porque eso es de cobardes, y ante todo, camina, no mires atrás y se feliz, cuando consigas eso, el mundo será tuyo, tuyo y de la persona con la que quieras compartirlo. Porque eso, eso es lo importante.
Sé que no he sido un bueno ejemplo, que poco querrías parecerte a mí y que la mayoría de las veces has pensado "Esta chica es gilipollas" pero te he dado lecciones, lecciones que ni el mejor profesor del mundo podría darte, y aquí es cuando tu y yo nos separamos, pero antes de despedirnos, quiero que sepas, que soy completamente feliz, sí, he alcanzado mi meta, y estoy segura de que tú harás lo mismo con la tuya, confía en ti misma, porque eres única.
Después de todo esto, por fin me largo, me espera un gran día al lado de los míos, y aunque ni siquiera nos conozcamos, te quiero.
Te quiero, y confío en ti.
Se feliz .

miércoles, 6 de febrero de 2013


"New Sensation" Capítulo 75-Despierta

Había cambiado, todo había cambiado, hasta su coche no era el mismo, aún más lujoso, no dejará de ser un niñato mimado nunca, tampoco quería eso.
Me acomodé en el asiento y sentí el tacto del cuero nuevo, olía a limpio y el símbolo de audi brillaba potente en el centro del volante, él tardó un poco en entrar al coche ya que me abrió la puerta para que entrara, cosa que no le pegaba mucho, pero fue bonito, tanto como él no, pero estuvo bien
Reí inconscientemente, hasta que posó su mano en mi pierna, me mordí el labio de abajo y puse la mía encima de la suya con suavidad.
El me miró, cada vez que lo hacía, se detenía el tiempo.
-Me debes algo.                                            
-Eric, que ya te he dicho que no soy virgen, hijo.-Me molesté, la broma ya llegaba a incomodar.
-No decía eso.-Sonrió mirando al techo, limpio y suave como un burrito blanco.
Luego plasmo sus ojos en mis labios, los achicó sediento, sonriendo medianamente enseñando sus preciosos dientes con picardía, apoyó la mano en el volante, la otra, en los cambios de marcha, y sonrió, emitiendo un tremendo sonidito que alegraba la vida, invitándote a que le hicieras hijos allí mismo.
Me aseguré para no caerme encima de él, después, me acerqué, su olor llego a mí y la piel se me erizó de forma electrizante, no pude evitar temblar, agarré bien el asiento y me arrastre un poco más, el enganchó mi camiseta y tiró hacia sí mismo mientras sonreía, nuestras narices ya se tocaban y seguramente hubiera sido uno de los momentos más bonitos de mi vida.
¿Qué por qué no lo fue?
Porque una señora amargada, borracha y fea no podía sacar su coche de allí si antes Eric no movía el suyo, nos avisó de aquello con horribles pitidos acompañados de gritos desesperados, mis ganas de bajarme del coche y arrancarle los pelos iban aumentando conforme ella subía el volumen.
Él sonrió, sentí su sonrisa tan pegada a mi boca que casi parecía un sueño, acto seguido se apartó de mí dejándome con las ganas de besar sus labios, me enfadé y crucé los brazos.
-Y será mi culpa-Carcajeó mientras daba vueltas al volante para salir de aquel aparcamiento cochambroso.
Le miré y suspire.
-Tantas ganas de violarme no son saludables, es un consejo-Se aguantó la risa mientras se ponía débilmente rojo, pasé la mano por toda mi cara, despejándome, ignoré su comentario, bueno, al menos lo intenté.
-Eso ya lo veremos-Afirmé, aunque no lo pareciera amaba esas bromas, solo porque salían de su boca.
El seguía con su insultante sonrisa en la cara, maniobrando, hasta que por fín cogimos carretera, eran las dos de la madrugada y no tenía ni idea de a dónde íbamos, pero no estaba nerviosa, era Eric, joder, Eric.
-Y bien
-Ahora que quieres-No apartó la mirada de la carretera, su perfil era imperial.
-Eres un borde estúpido.
-Hablo Miss simpatía.
-Imbécil.
-Te quiero
-Yo más-Sonreí mordiéndome el labio-Bueno, ¿A dónde vamos?
-A donde a mí me dé la gana.
-Retrasado.
-Duérmete reina-Susurró calmado, su voz me apaciguo, supongo que no me importaba el destino, si iba de su mano, busqué en los laterales del asiento la palanca para echar hacia atrás el asiento, palpé bastante los sillones hasta que la encontré, apreté y la comodidad me inundó, poco a poco mis párpados iban cayendo, mientras tanto miraba a Eric a la luz de la luna, conduciendo como nadie, a mi lado, me olía que iba a dormir muy bien, pero antes de caer en un profundo sueño pude oír unas palabras ¿Reales o en sueño? No lo sé, pero eran perfectas.
-Descansa amor mío.


Un zarandeo débil y cariñoso me despertó de un profundo sueño, los primeros rayos de sol también ayudaron a levantarme porque molestaban a mis pupilas soñolientas, froté mis ojos, la espalda me dolía por la postura del asiento, y bostecé como un mono sin darme cuenta de que el ser más bonito de la tierra me miraba.
-Que bestia eres-Sonreía, estaba guapísimo como de costumbre, media cara se encontraba sombría, la otra mitad, a pleno sol, destacando sus preciosas facciones, yo seguía con la boca abierta, él me la tapó para hacerme de rabiar, me levanté de golpe y gracias a que no me di de lleno contra el techo, me reflejé en el retrovisor de casualidad y pude ver el esperpento de pelo que llevaba, intenté aplanármelo a manotazos mientras Eric reía sin parar, al fin decidió salir del coche.
-Vamos stripper-Abrió mi puerta y me ofreció su mano, cuando fui a entregarle la mía la quitó y se tocó el pelo con una insolente sonrisilla, me levanté enfurecida y empecé darle golpes en sus pectorales, los que más que dolor le producían risa de la buena, sus manos se desplazaron a mis glúteos y me acercó más a él sin dejar de sonreír, yo no paraba de darle, hasta que sí, me dio por divisar el paisaje.
El cielo lucía más azul de lo habitual, las palmeras abundaban dando un tono verde magnífico al lugar, la arena era blanca, y un sendero de piedras brillantes adentraban hacía un lugar que tenía todas las papeletas de ser increíble, estábamos en medio de la nada, solos, en nuestro paraíso particular, noté sus brazos, rodeándome por encima de los hombros, yo todavía observaba los cocos caer despreocupados, agarré sus manos con delicadeza, observé que mi esmalte de uñas se había quitado medianamente, le miré, sonreí, él hizo lo mismo, solo que cerró los ojos y junto su mejilla con mi cabeza.
Impactante.
La emoción podía con mi ser, los pájaros cruzaban el cielo juguetones mientras Eric y yo les observamos al lado de un audi, nuestras manos se entrelazaron por razones que desconocía, pero era lo mejor que podía haber pasado en ese momento, noté como sus dientes chocaban con mi mejilla.
-No muerdas-Sonreí apretando su cara con una mano, él me sujetaba por la cintura.
-¿Te gusta?-Se relamió los labios degustando mi sabor corporal.
-Es precioso
-Pues solo es el principio-Me cogió la mano, después apretó un botón con el que el coche automáticamente se cerró, yo aún seguía mirando hacia atrás, no me fiaba para nada, temía por el coche, pero bueno, a Eric no se le veía muy preocupado, dentro de unos meses se iría a comprar otro, así que seguí caminando.
Las piedras brillaban, parecían sacadas del fondo del mar, pintadas con polvo de estrellas, las pisaba con cuidado, eran tan preciosas, aunque lo que nos rodeaba no sé quedaba para nada atrás, las palmeras estaban aún cubiertas por el rocío, y el sol destellaba gracias a ello, no podía evitar sonreír a veces por semejante espectáculo de la naturaleza, bueno, realmente por lo que sonreía era por tener a Eric Surita de mi mano, llevándome hacía no sé dónde.
Finalizó el bonito camino de piedras, y nos encontramos en el sitio más irreal y perfecto del mundo.
Entre plantas, un camino.
Al fondo, una montaña.
Esperándonos, un lago.
A mi lado, él.
Era un jodido paraíso individual, algo alejado de nosotros se encontraban unos vestuarios de madera, con el techo compuesto por hojas de palmera, yo ya llevaba el bikini puesto desde por la mañana, así que no necesitaba cambiarme, Eric iba trajeado, así que tuvo que acudir a ellos, soltar mi mano…
-Ahora vengo, espérame aquí Lolita-Soltó mi mano
-No tiene gracia-Me crucé de brazos, él, como era de esperar, volvió a mí, y se acercó, se acercó mucho, tanto que podía sentir el roce de sus pestañas con las mías, cerré los ojos, acaricié su espalda, intenté besarle, pero no hay un puto momento bonito que no tenga que joder.
-Luego vas diciendo que no quieres violarme-Agarró mi cintura, mofándose.
-DIOS, ERES UN ANORMAL, ES QUE NO TE SOPORTO-Intenté escabullirme de sus brazos-SUELTA.
Apretaba más, hasta me dolían las costillas, finalmente paré, el me mordió muy despacio la nariz, y se fue, era imposible pasar de su culo, más que nada porque tenía un culazo tremendamente increíble, no podía mirar a otra cosa.
 Era hora de meterme en el lago, le quería esperar allí, y que surgiera lo que tenía que surgir (Por favor señor, que surja, QUE SURJA)

Solo con un ligero sostén de color beis a juego con las braguitas me adentro en el lago, noto como la templada y cristalina agua acaricia mi piel, recojo mi larga melena negra en una coleta y me adentro poco a poco, paro cuando me cubre hasta la cintura, me doy la vuelta, mis ojos se fascinan y mis pupilas se dilatan al verle, es el, se adentra poco a poco, con un bañador largo y su preciosa sonrisa iluminando el lugar.
Va tocando el agua con las preciosas yemas de sus dedos, su hermosa piel ligeramente morena me fascina, pareceré descarada, pero no puedo mirar a otro lado que no sea él.
Ya está, delante de mí, me mira, le miro, una mágica sensación nos rodea, tengo vergüenza, pero no puedo apartar la mirada, el vuelve a sonreír, su mano se deposita en mi cintura, un escalofrió recorre mi cuerpo, se lo que va a suceder, él se acerca y…
-Las ocho, LAS OCHO, Dakota que me he dormido levántate corre!- Dijo mi madre mientras corría bestialmente las puertas del armario..