"New Sensation" Capítulo 74- Mi Kakota
Era un ambiente agobiante, pero típico de discoteca playera, la verdad
es que estos locales no tenían nada que ver con los de Brasil, eran distintos
pero igual de emocionante y fogosos, según tu estado de ánimo claro está, nunca
puedes pasarlo bien si vas a amargado y sin ganas de bailar y pasarlo en
grande.
Solo estaba llena por su medio aforo, pero terminaría ocupándose entera,
sus pistas de baile rebosarían pisadas insaciables de reggaetón al ritmo de la
música latina de moda.
Con la que Eric se movía de la manera más sensual, provocativa y
masculina para un tío que podaís imaginar, sencillamente increíble.
Eric.
Empecé a buscarlo como si fuera Wally, Karen angustiada bajaba su
vestido como podía mientras me seguía con velocidad, ella ya sabía que en
cuanto le divisara iba a correr tras de él y la iba a dejar sola, así que se
arrimó a un grupo de chicas que conocía mientras yo seguía correteando por toda
la pista en busca de aquel chico moreno de cuerpo de infarto.
Cada vez el agobio era mayor, parecíamos una gran lata de sardinas
moviéndonos a espasmos repentinos, me abría paso entre la gente a empujones,
más de una bronca me lleve, pero, creo que mereció la pena.
Reía mientras dos chicas bailaban como si estuvieran locas delante de
él, buscando un pene para pasar la noche, posiblemente el suyo. Se encontraba
en una plataforma subido, la zona VIP para aclarar, estaba con algunos chicos,
pero las tías eran las que se volvían realmente histéricas por tocarle o
conseguir su número, 1 de las miles tendría suerte de rozar sus labios, me
sorprendió bastante cómo iba vestido, llevaba traje, y era perfecto, para
variar.
Su última noche en España era, por eso se vistió lo mejor que pudo ¿A
qué hora te caíste del cielo? Demasiada belleza para un solo cuerpo, demasiado
hombre para alguien como yo, supongo.
A veces bajaba la cabeza y dejaba de reír, se le veía triste, sus
sonrisas eran falsas, frotaba sus ojos continuamente y no bailaba.
NO BAILABA.
Intenté acercarme lo máximo a la plataforma, las chicas no me dejaban
pasar y me ponían caras de mala ostia, más de una hostia calló esa noche, para
la próxima no volverán a interrumpir a una stripper que busca al amor de su
vida. Apoyé las manos en el borde de la plataforma, muchas gritaban su nombre,
el apartaba la mirada del suelo y las regalaba una sonrisa forzada hacía a un
lado, pero seguía siendo espectacular, es lo que tiene ser Eric Surita, de
repente, divisó rápido lo que le rodeaba, empezó mirando a las gradas, que le
saludaban expectantes, una de ellas le tiró un tanga que ni rozó el suelo, el
hizo una mueca de indiferencia y transportó la mirada a la pista, empezó por la
derecha, siguió mirando sin muchos ánimos a la gente, hasta que de repente, los
planetas se alinearon, los pájaros piaron al mismo tiempo, los sueños se
hicieron realidad y nuestras miradas se cruzaron.
Mis ojos se pusieron vidriosos, no quería romper a llorar, sonreí,
sonreí como nunca antes lo había echo, con toda la sinceridad del mundo.
El también lo hizo, y sus preciosas manos empezaron a temblar, nos
quedamos 15 minutos mirándonos sin apartar la vista, todo lo de alrededor
desapareció, ni música, ni gente, ni alcohol, solo él, yo y su sonrisa.
Le di la mano y le estiré del brazo, quería que bajara de allí, de un
salto se colocó a mi lado, sin pensarlo dos veces me abrazó, rodeando mi frío
cuerpo con sus muscolosos y calidos brazos, ahí, sí ahí, no pude contenerme, le
agarré fuerte y empecé a llorar, sentirle así otra vez era un sueño, un sueño
que había tenido millones de veces, y que por fin se pudo hacer realidad,
aunque me halla costado tres años a duras penas, por fin le tenia, ya nada le
iba a separar de mi por mucho que cambiara la vida o se opusiera el destino.
Éramos él y yo.
Para siempre.
Se puso detrás de mí y pasó sus manos por encima de mis hombros, nos
fuimos abriendo paso entre la multitud de gente que nos miraban expectantes, yo
sujetaba sus dedos con mis manos mientras lo sentía pegado a mi, no podía parar
de sonreir y me importaban una mierda los insultos que provenían de las sucias
bocas de las chonis de discoteca, envidia pura, si pensaban que me iban a
quitar a mi angel lo llevaban claro.
Transpasamos la puerta en la misma posición, colocó su ardiente mano en
mi cara, cerré los ojos, tenía miedo de despertarme.
-Dakota-Me miró extrañado mofándose por momentos- ¿Qué haces en bragas?
-Es que sino no podía entrar a la discoteca.
-Tú siempre dando el cante, como no, si hubieras venido vestida también
me hubiera fijado en ti, eh.
Me crucé de brazos y suspiré, me estaba crispando los nervios, pero al
menos sabía que lo de que había recuperado la memoria era totalmente cierto,
era Eric.
-Siempre jodiendo los mejores momentos, no cambias Surita-Acaricié mi
barbilla.
El sonrió y miró hacia otro lado, de repente empezó a recordar y mostró
unas cuantas expresiones extrañas.
-¿Leíste aquello?-Preguntó mirándome, clavando sus preciosos ojos en los
míos.
-Sí-Me acerqué a él y le abracé, cosa que hace tres años ni se me pasaba
por la cabeza, tenía demasiada vergüenza, y también le tenía siempre conmigo,
ahora no, y tenía que aprovechar, nunca más lo dejaré ir.-Lo… lo siento.
Apoyó su mano en mi cabeza, enredó sus dedos en mi pelo negro ondulado,
con la otra mano me acercó más a él por la cintura y me besó la cabeza cerrando
los ojos, enganché su camiseta con mis dedos mientras oía el latir de su
corazón.
-Yo sí que siento que hayas estado todos estos años así.
-Estás aquí, mereció la pena.
-Al parecer el destino no nos odia tanto como creíamos-Sonrió, sus
dientes blancos se veían imperiales en aquel callejón oscuro, su cara se
encontraba a milímetros, si estaba en el cielo y doy gracias a quien sea por
dejarme morir.
Entrelacé mis dedos rodeando su cintura, el me daba besitos cada poco
tiempo en el pelo, nos quedamos un rato así, todo me sabía a poco, necesitaba
más.
-Tenemos tantas cosas de las que hablar-Subí la cabeza y le miré
poniendo muecas, él sonrió, negó con la cabeza y desvió la mirada hacia otro
lado divertido.
-Sí me tienes que contar que es eso de bailar en barras de bar como una
guarra-Empezó a mofarse en mi cara, yo me separé de él y le di un manotazo en
el bíceps, lo que le produjo más risa aún.
-Y tú me tienes que contar desde cuando te gustan las rubias golfas-Me
refería a Leticia, la perra con la que salió mientras yacía sin memoria.
Puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos, pero al instante una
sonrisita de las suyas apareció en su rostro.
-Ya no me esperas virgen, que vergüenza
-¡Ay, Eric que subnormal eres!
-Siendo una stripper es algo que me imaginaba, eso no mola nada.
-Tú eres tonto, y si no llegas a aparecer, que, ¿muero virgen?
-Sí-Rio
-Imbécil
-Pero tú imbécil
No pude evitar sonreír, y desenfadarme por completo con él, le miré,
juntaba sus pies inconsciente de lo que hacía, su pelo subía en una cresta y
llevaba la chaqueta al hombre yendo así con una espectacular camisa blanca que
marcaba vagamente sus abdominales, se percató de que le miraba embobada, yo,
por el contrario, me percaté de que los puertas habían presenciado todo nuestro
numerito, tapé mi cara con las manos y me puse a reír. Se dio la vuelta para
mirar, también se avergonzó por momentos.
-Anda vámonos de aquí-Me pasó el brazo por encima de los hombros, yo le
miré achinando los ojos y esbozando una peculiar media sonrisa que explicaba a
la perfección mi felicidad y picardía en aquellos momentos-Y así me cuentas
quien fue el cabrón ese, espero que al menos fuese guapo, ¿Te dolió? ¿Cuánto
duró? ¿Tardo mucho en correrse o solo dos minutos?.
-Dios…-Pasé la lengua por mis dientes sin abrir la boca mientras
mostraba indiferencia a sus estúpidas preguntas, él ya tenía 21 años, pero
seguía siendo como mi Eric Surita de 18, igual de imbécil, igual de perfecto.
Igual.
Caminábamos sin rumbo, o eso creía.
-¿Y a dónde vamos? ¿A la playa?
-Tú déjame a mí Kakota de mi vida.